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Miárcoles 19 de octubre de 2022

Alejo Ramos Padilla: “El Poder Judicial no protege a las minorías sino a los más acomodados”

Con la participación del juez federal Alejo Ramos Padilla, comenzó en la UNGS el Ciclo "40 años de Democracia (1983-2023): El pueblo quiere saber", organizado por el Instituto del Desarrollo Humano (IDH). El magistrado brindó una conferencia sobre poder judicial y democracia en Argentina, desde el regreso de la democracia hasta la actualidad.

“Es una persona que desde muy joven interviene en instancias de reivindicación de la memoria como derecho, por eso lo invitamos a ayudarnos a pensar el rol de la justicia y la construcción de la democracia desde 1983 hasta hoy”, sostuvo la decana del IDH Julia Smola en la presentación.

En un breve recorrido histórico, Ramos Padilla planteó que resulta difícil explicar el funcionamiento del poder judicial argentino porque es caótico y esquizofrénico. “Nuestro sistema fue importado de diversos países del mundo, eso explica las dificultades que  presentan a la hora de defender nuestros intereses nacionales como sociedad”.

El magistrado describió que de igual modo que los gobiernos, los sistemas jurídicos surgen para proteger derechos, que el constitucionalismo nace para modificar un Estado donde gobernaba la monarquía, y para generar un sistema representativo donde el pueblo obtenga algún grado de participación. “El sistema democrático busca generar así un tipo de autodefensa que permita evitar que unos pocos hagan lo que quieran con las mayorías”, aseguró el juez.

“En ese marco, - agregó Ramos Padilla - y según esta filosofía política, era necesario generar un sistema contramayoritario que preserve a las minorías. Pero aquellos que pensaron que el poder judicial, como poder contramayoritario, iba a contribuir con la democracia, se equivocaron. Hoy tenemos un poder judicial que se dedica en gran medida a proteger a determinadas minorías acomodadas y a invalidar leyes y decisiones democráticas que benefician a las mayorías (como es el caso de la ley de medios).

La conferencia contó con la participación de referentes de organizaciones sociales, estudiantes, trabajadores de la universidad,  representantes gremiales y miembros de la comunidad. Luego de hacer un recorrido por los hechos más destacados de la actualidad en materia judicial, se abrió un espacio de intercambio con las y los presentes.

Sobre las motivaciones que impulsan este Ciclo, la decana del IDH expresó: “Muy conmocionados por el intento de asesinato a la Vicepresidenta y por las discusiones que ese hecho suscito en la comunidad universitaria, pensamos en la necesidad de no solo repudiar sino de poner en discusión algunas cuestiones que se han ido cristalizando con ese acontecimiento: el crecimiento de discursos de odio, de la antipolítica y de lo que se caracterizó con gran precisión como la ruptura de un pacto democrático, por ello adelantamos la fecha de este Ciclo que pensábamos iniciar en 2023”. Sobre el recorrido hecho en estas décadas, Smola agregó: “podemos cuestionar aspectos de ese pacto construido en el ’83, pero no podemos negar que constituye un hecho fundamental que debemos defender, y es el “nunca más” a la persecución política y a la violencia”.

El Ciclo se extenderá hasta octubre de 2023, y durante ese tiempo se realizarán diferentes actividades  (charlas, presentaciones de libros, proyecciones de películas, entre otras), que permitirán  poner en discusión, junto a nuestra comunidad, este período desde diversas perspectivas. "El año próximo se cumplirán cuatro décadas desde la elección que puso fin a la última dictadura cívico militar. Con esta iniciativa impulsamos un trabajo que no solo se propone conmemorativo sino reflexivo, sobre los sentidos y las tensiones de nuestra democracia", explicó la decana.

Generar sociedades más justas y participativas

En diálogo con Prensa UNGS, el juez federal Alejo Ramos Padilla se refirió a su trayectoria y vínculo con organismos de derechos humanos y su actuación profesional en juicios por la verdad desde el regreso de la democracia. También respondió cómo estas instancias contribuyeron a la consolidación democrática y definió cuáles son hoy los principales desafíos para promover sociedades más igualitarias y democráticas.

¿Cómo es su historia y su vinculación profesional con los organismos de derechos humanos?

Intervine en juicios por delitos de lesa humanidad de diferentes modos. Primero a través de una relación estrecha con una persona muy potente, que marcó mi rumbo, que fue Chicha Mariani, fundadora y primera presidenta de Madres de Plaza de Mayo, hasta 1989. Participé en los procesos seguidos a Miguel Etchecolaz, a Christian Von Wernich y a funcionarios civiles de la última dictadura cívico militar y en el proceso en el que se determinó el plan sistemático de robo de bebés. Como magistrado intervine en varios juicios de lesa humanidad como la megacausa del 5º Cuerpo del Ejército y la conocida como “Triple A”. Mi vinculación con los organismos de derechos humanos comenzó con Alfredo Bravo, presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), a quien también tuve el orgullo de representar como abogado. También acompañé a Madres, nietos que fueron recuperando su identidad, a excombatientes de la Guerra de Malvinas que pedían por la identificación de sus compañeros caídos o a familiares que también pedían por la identificación de los que habían quedado en el cementerio de Darwin. Soy docente universitario y dirijo una diplomatura de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad,

¿Qué valor cree que tuvieron y tienen los juicios por delitos de lesa humanidad en la consolidación de la democracia?

Todos estos procesos de Memoria, Verdad y Justicia fueron fundamentales para consolidar el proceso democrático; el Nunca Más es algo que se construye todos los días, y sin lugar a duda lo que se llevó adelante en los primeros años de recuperación de la democracia en el ‘83 fue fundante para hoy poder hablar de 40 años de democracia. El Juicio a la las Juntas, más allá de alguna crítica que se pueda hacer en torno a las (bajas) penas que se impusieron y de algunos de los comandantes que no fueron penados, fue un hecho histórico en el mundo, ni siquiera el juicio de Nürnberg (en el que se juzgó a los jerarcas del nazismo) tuvo las características que tuvo nuestro Juicio. La derogación y declaración de inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto final, en 2003, y los juicios que se retomaron en 2005 consolidan la democracia. No obstante, después de la Segunda Guerra Mundial y de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre creíamos que hechos de tanta barbarie no iban a volver a ocurrir y sin embargo, en toda Latinoamérica se implantó la doctrina de seguridad nacional y hubo miles y miles de desaparecidos. También pasó en Ruanda y en Yugoslavia. Por eso no hay que bajar la guardia y continuar con los enjuiciamientos

Mundialmente se vive un fuerte avance de las derechas ¿Cree que hoy debe repensarse/redefinirse la idea de democracia?

Si, habría que pensar una democracia más participativa. El viejo modelo de Rousseau de democracia representativa, hay que hacerlo más participativo. Tal vez, las personas de mi generación y de generaciones mayores, tenemos en claro lo que es vivir sin democracia, y cuando hay alguna amenaza “nos saltan las alertas”. Por eso es importante generar estos espacios de memoria, discusión, reflexión para la juventud. Es necesario que escuchen a quienes pasaron por esos procesos, a sobrevivientes, a familiares, que conozcan  la lucha de las Madres y las Abuelas, para llegar a las y los jóvenes. Es fundamental generar una democracia donde cada uno de los ciudadanos se sienta partícipe de su destino, y no tan alejado -como percibo que gran parte de la sociedad se siente en la actualidad- de las decisiones públicas y políticas.

 ¿Qué sucede con la adhesión que alcanzan gobiernos como el de Bolsonaro, que si bien llegan al poder por el voto popular, atentan contra los principios democráticos de tolerancia e inclusión de las minorías?

La democracia tiene dos cuestiones que atender: una es la miseria o desigualdad estructural, se necesita generar igualdad para que haya democracia plena. Lo que llamamos derechos sociales es producto de una deuda de la democracia. Y la segunda cuestión, también una deuda, es educarnos en materia de discusión democrática. Aprender a luchar y militar por nuestras ideas, y a persuadir y permitirnos ser persuadidos. Esta grieta en la que vivimos hoy, donde hay un otro distinto a quien le echamos la culpa de todos nuestros males, nos aleja como sociedad democrática, porque no nos permite ni escuchar al otro, ni que nos escuchen a nosotros. La herramienta que necesitamos para poder estar mejor es el debate democrático. Se están consolidando modelos donde se excluye a gran parte de la sociedad, el  mundo se polariza en países centrales y países periféricos.

…Países periféricos que tenemos la mayor parte de los recursos naturales, situación que nos enfrenta a un gran desafío 

Así es. En el caso de Argentina, tenemos litio, mar territorial, una de las mayores reservas de agua, gas natural licuado. ¿Pero tenemos políticas que nos permitan defender estos recursos naturales y que nos permitirían un mayor bienestar y un mejor desarrollo para el país y la región? Para eso es necesario que los ciudadanos se empoderen y den ese debate. Para eso tenemos que alentar la capacidad de participación democrática, que hoy está ausente. Es necesario primero dejar de desgastar a la figura del Estado. El Estado del SXX era un Estado al que efectivamente había que ponerle límites, y todo el sistema constitucional y de libertades individuales se creó bajo la perspectiva de que era necesario controlar y limitar a los poderes del Estado, pero quedó pendiente garantizar los derechos económicos, sociales y culturales y crear un mundo más igualitario. Vivimos, a nivel mundial,  bajo orden económico-criminal que implica que el 5% de la población tenga más riqueza que el otro 95 por ciento. Frente a eso es necesario organizarse democráticamente, cuidar nuestros recursos naturales y pensar en Estados potentes que, de algún modo, puedan frenar esta plutarquía que avanza, en la que viven bien un mínimo porcentaje de la población, mientras el resto padece penurias.

En ese sentido ¿Cuáles cree que son hoy las amenazas que vive la democracia?

Las amenazas de la democracia siempre han existido, en la historia de la humanidad, hay miles de episodios en los que las dignidades humanas fueron avasalladas. Hay que construir sistemas donde se respete a los seres humanos, se respete a las mayorías, se respete a las minorías. Las amenazas están siempre latentes. ¿Cómo se generan entonces diques de contención para evitar estas amenazas? Fundamentalmente a través de la educación y militando por las libertades individuales como por los derechos sociales, que no deben entenderse como compartimentos estancos. Para ello el gran desafío es generar sociedades más justas y participativas, donde haya mayor debate, donde no haya medios monopólicos que centralicen la información, donde no haya un Estado en connivencia con los servicios de inteligencia y se lleven adelante maniobras con el Poder Judicial. Eso necesitamos.

 

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