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Jueves 18 de abril de 2024

Bailar al ritmo de la historia local

Desde el Espacio de Patrimonio Histórico Comunitario (EPHiCo) del Centro Cultural de la UNGS se ha realizado un trabajo de recuperación de la historia de un barrio de Villa de Mayo que culminó con la celebración de una fiesta el pasado 6 de abril.

Durante el 2023, se realizaron diversos encuentros de historia oral con vecinos y vecinas; algunos de ellos fueron en la Unión Vecinal de Villa de Mayo, una sociedad de fomento con 72 años de trayectoria; y otros, se dieron en la Disquería de Luis, un negocio de discos de pasta y casettes de música chamamecera que se ubica en el centro comercial de la ciudad.

“Cuando trabajamos con la historia local, buscamos identificar los lugares de encuentro o grupos ya establecidos en el barrio y, como primer paso, hacemos lo posible por ser parte de ellos. Esto implica la creación de vínculos que nos permitan establecer un espacio de confianza y comodidad para que las personas se animen a compartir sus relatos, fotos y documentos personales. Luego, a partir de esos relatos y fuentes individuales y familiares, construimos entre todos una historia colectiva”, cuenta Nadia Salinas, coordinadora de EPHiCo.

En el caso de Villa de Mayo, los encuentros colectivos recuperaron el rol de la Unión Vecinal de Villa de Mayo en la conformación del barrio, y principalmente recordaron los importantes y multitudinarios bailes que organizaba. Bailes de carnaval, bailes de primavera, bailes para juntar fondos para el mejorado de las calles, para la compra de los terrenos para la escuela primaria, para la colocación del alumbrado público o para la construcción de la sala de primeros auxilios.

Las recordadas fiestas de la sociedad de fomento duraban más de una noche, incluso, a veces, más de un fin de semana; contaban con la participación de famosos artistas musicales; proponían originales concursos y hasta maratones de baile de 24 horas. Todo el barrio participaba de los preparativos, haciendo la decoración para el escenario o los banderines para la pista. Algunos preparaban una parrillita para vender unos choripanes, otros improvisaban un kiosquito de cigarrillos y caramelos. Algunas muchachas se mandaban a coser hermosos vestidos de originales diseños pero repetidos estampados, posiblemente a causa de las compras colectivas que las costureras del barrio hacían buscando los mejores precios. Y el día de la fiesta, el almacenero del barrio, cerraba el negocio un rato antes, se ponía el traje, prendía el micrófono y se convertía en el conductor más recordado de la época.

Por todo esto se decidió que la mejor forma de contar la historia del barrio era con una fiesta. Nadia Salinas agrega: “el modo en el que elegimos producir y darle forma a todo aquello que surge de los encuentros de memoria oral (y que forma parte del archivo audiovisual de EPHiCo) también se decide de manera colectiva. Porque no solo buscamos que se trate de una construcción simbólica y afectiva, sino también que se genere una apropiación por parte de las comunidades de su patrimonio histórico”.

Así fue que la fiesta contó la historia, y también la recreó. Las semanas previas, hubo reuniones para armar banderines y banderas. También un encuentro de pizzas caseras para decidir la programación de la noche. Se hicieron y repartieron carteles en los negocios del barrio. Los grupos de la Unión Vecinal (teatro, danza, vóley, fútbol, etc.) propusieron actividades y números artísticos.

A la hora de la siesta de esa jornada vecinos y vecinas comenzaron con los preparativos en la Unión Vecinal. Algunos se ocuparon del armado de una muestra de fotos históricas de Villa de Mayo. Una muestra que duplicó su tamaño en el transcurso de la tarde. Porque a medida que se corría la voz de que se estaba montando, más y más fotos eran sacadas de las cajas de recuerdos de las casas y algún miembro de la familia llegaba corriendo para sumarlas a la colección.

Otros tomaron la responsabilidad de decorar la cancha. Una altísima responsabilidad si mencionamos la altura del tinglado y de la escalera usada para colgar los banderines. Pero todo el equipo de decoración estuvo a la altura de las circunstancias, ya que en pocas horas todos los banderines estaban en su lugar. Las mesas con sus manteles azules y las más de 380 sillas colocadas a su alrededor. El escenario, vestido de blanco con estrellas plateadas, quedó enmarcado con una gran bandera que daba la bienvenida al “Gran Baile Familiar”.

Y aunque la hora de convocatoria de la fiesta era a las nueve de la noche, a partir de las siete empezaron a llegar las primeras familias vestidas como en la época de esplendor de aquellos bailes. Las conservadoras y las bandejas con empanadas y sándwichitos empezaron a reservar lugares en las mesas. Para la hora de la cita, ya no había más sillas vacías, pero como dijo Walter Marinelli, uno de los representantes de la sociedad de fomento: “en la Unión siempre hay lugar para uno más”, se consiguieron más sillas y se improvisaron mesas para que nadie se quede afuera.

Luego del momento de encuentros y reencuentros, de abrazos, de halagos a los vestuarios y de una cena compartida, se dió inicio a la programación. Tras el corte de la cinta inaugural que hicieron algunos de los primeros socios de la sociedad de fomento, el grupo de teatro del centro de jubilados convirtió la cancha en una pista con la invitación a bailar música de los  años setenta. Y así arrancó una noche en la que toda la comunidad bailó al ritmo de su historia. No faltaron los desfiles, concursos y grandes premios definidos por un “aplausometro” que se hizo escuchar.

De esta manera, EPHiCo propuso otra forma de abordar la historia. Para contar y construir narrativas plurales, diversas, personales y afectivas que aporten a la historia local, regional y nacional. Esta vez, poniendo en valor el recuerdo de un baile. Porque bailar también es un acto político, es una toma de posición, un modo de expresar y ocupar un espacio. En este sentido, recordar a los vecinos y vecinas que decidieron construir una sociedad de fomento bailando, nos pareció una linda manera de homenajearlos. Porque ¡en qué baile se metieron! Bailaron para encontrarse y pensar juntos cómo intervenir el espacio que habitaban. Bailaron en aciertos y frustraciones, pero principalmente bailaron para imaginar la comunidad que querían construir.

Gracias a los vecinos y vecinas de Villa de Mayo que compartieron sus recuerdos y relatos y a la Unión Vecinal de Villa de Mayo por abrir sus puertas y hacerlo posible.

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