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Lunes 10 de abril de 2023

Ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo

“Es necesario contar con un sistema de ciencia, tecnología e innovación (CTI) que favorezca un proceso de desarrollo para las empresas y de sus trabajadores y trabajadoras, los sectores productivos y la sociedad argentina en su conjunto”, enfatiza la economista política Florencia Fiorentin en un artículo publicado recientemente. Y agrega que “el desarrollo del sistema de CTI es condición necesaria para avanzar hacia trayectorias de aumento sostenido del empleo y de mejora en la actividad empresarial” y que para ello es fundamental “el rol estatal para fomentar y diseñar una trayectoria factible y coordinada con el sector privado”.

Investigadora y docente del Instituto de Industria (IDEI) de la UNGS, Fiorentin habla en la siguiente entrevista sobre los desafíos y las posibilidades de innovar en la Argentina, las potencialidades del sistema de ciencia, tecnología e innovación, y cómo se da la vinculación entre el sector público y el privado.

Según datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCYT), en 2020 el sector público aportó el 60 por ciento de la inversión en investigación y desarrollo en la Argentina, mientras que en el sector privado -empresas, universidades y entidades privadas sin fines de lucro- alcanzó el 25% y el financiamiento externo aportó otro 15%. Fiorentin, que a fin de abril defenderá su tesis de maestría en Gestión de la Ciencia, Tecnología e Investigación, explica que en los últimos años el sector público ha disminuido su participación y en contrapartida aumentó el protagonismo del sector privado y el sector externo. “Esta dinámica también se refleja en la participación de la inversión en I+D con respecto al PIB en el sector privado, la cual aumentó de 0,11% a 0,13% de punta a punta entre 2016 y 2020, mientras que la participación de inversión pública cayó 0,9 puntos porcentuales”, puntualiza en el artículo publicado en la revista Indicadores Actividad Económica del Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca.

- ¿Por qué se dio este cambio en la inversión en investigación y desarrollo?
- Básicamente ese cambio en la tendencia de la inversión en I+D pública es un reflejo de la crisis que aún estamos atravesando, y que tuvo sus distintas etapas. Es interesante señalar eso, porque da cuenta de cómo la inversión pública en este país es procíclica (sigue la tendencia del PBI, por decirlo de manera sencilla), y dentro de las inversiones entran las vinculadas con investigación y desarrollo. La pregunta que cabe ahí es entonces qué rol puede jugar la I+D en momentos de crisis. Luego, el aumento de la participación del sector privado puede tener la explicación inversa: ser resultado de varios años previos de fomento a la I+D, que en términos de formación se condice con la emergencia de recursos humanos calificados. En términos de capacidades y dinámica innovativa de las empresas, como resultado de políticas de fomento al desarrollo de capacidades, y a la implementación de proyectos de I+D+i (investigación, desarrollo e innovación). Desde luego que las políticas, aunque no generen cambios profundos, pueden modificar los "techos" o los "pisos". Cambio profundo: alcanzar al menos 1% de I+D/PBI, cambiar pisos: aumento de I+D privada.

Fiorentin menciona además que la intervención pública no sólo significa financiamiento: “Tenemos la costumbre de pensar que la única herramienta que tiene el estado para promover inversiones -en general, y de I+D+i en particular- es financiando proyectos y no es así. Hay muchísimas más herramientas que puede usar y muchas otras maneras de generar incentivos, con regulaciones, o políticas blandas que involucren acuerdos entre las y los distintos actores, u otros incentivos económicos que no sean necesariamente subsidios. Desde el estado se puede hacer mucho más, hacer cosas distintas. Pero para ello se requieren capacidades públicas que puedan identificar cómo intervenir, y desde luego se requieren consensos.

-Hablas de un fuerte sesgo a la investigación básica y que en general los conocimientos y tecnologías que se generan en instituciones públicas no llegaran a aplicarse en las empresas ¿Por qué crees que sucede?
- Esta pregunta se vincula con una amplia reflexión que hacemos hace rato en el equipo de investigación y que se refleja claramente cuando estudiamos ciencia, tecnología y género. El conocimiento básico se valida a través de artículos académicos que se publican en revistas especializadas. Así nos evalúan en nuestros trabajos y también cuando presentamos proyectos para acceder a subsidios. No obstante, esas agendas temáticas de las revistas internacionales no necesariamente (y generalmente no lo hacen) se relacionan con las cuestiones que afectan a nuestro país. Quiero decir, que no hay convergencia entre los temas de investigación que proponen las revistas y los temas de investigación que requiere el sector productivo de nuestro país. Desde luego que no es así de taxativo, y hay procesos de vinculación y casos exitosos de investigación aplicada, pero no es la regla. Y a eso se suma la promoción horizontal de la investigación y desarrollo, da lo mismo si estudiás historia británica de hace cuatro siglos que si estudiás historia argentina, o de la región latinoamericana. Mientras tengas formación y formules bien los proyectos. No digo que no tengamos que estudiar las dos cosas, pero sí que se dediquen más esfuerzos a los conocimientos que requerimos en el país.

- ¿En los últimos años no ha habido avances en una mayor vinculación entre el sector público y el privado?
- Sí, hay casos y hay casos que resultan en nuevas institucionalidades, e incluso surgimiento de startups, pero no es la regla. Tampoco digo que todo debiera resultar en una empresa, pero sí que la investigación básica que realizamos esté absolutamente vinculada con las necesidades de los territorios y el sector productivo. Para mí las investigaciones que hacemos en la UNGS tendrían que aportar directa y obligatoriamente a las problemáticas del territorio, ya sean productivas, sociales, ambientales, etc. Pero bueno, no es tan fácil: si escribís sobre San Miguel o sobre Malvinas Argentinas o sobre José C. Paz, ¿cómo te aceptan en Research Policy?

- ¿Cuáles son las fortalezas del sistema de CTI argentino?
- El sistema de CTI argentino tiene un entramado de instituciones de ciencia y tecnología de excelencia, CONICET, INTA, INTI, CNEA, entre otras, y las universidades. Tenemos al menos una universidad en cada provincia que desarrollan investigaciones y generan recursos humanos calificados de excelencia. Es decir, tenemos un entramado de instituciones y de científicos y científicas que realmente posicionan al país en un lugar competitivo. En el sector productivo todo eso es menor, aunque tenés industrias algo destacadas como farmacéutica, química y petroquímica y software. También tenemos capacidades públicas, con toda la trayectoria que tienen las políticas de CTI. Tenemos de dónde partir, pero no va a fluir solo, hay que intervenir, e intervenir distinto.

Sobre los desafíos del sistema de CTI para el proceso de desarrollo, Fiorentin destaca dos. El primero de ellos, son las fuertes asimetrías territoriales en términos de generación de valor, de ingresos, de capacidades de investigación y tecnológicas, de generación de empleo, de productividad de las empresas, de capacidades públicas. “Los valores promedio del país no reflejan la realidad de ninguna provincia en Argentina, tenés partes que se asemejan a ciudades de países desarrollados y otras a ciudades de países pobres. Y eso hace imposible promover procesos de desarrollo democráticos y también afecta la capacidad de ‘derrame’ de la CTI: limita la generación de externalidades de conocimiento”, sostiene Fiorentin, que actualmente integra los proyectos de investigación "Género, diversidad y conocimiento: el desafío de la equidad en los procesos y actividades de ciencia, tecnología e innovación" y "Heterogeneidad estructural y política CTI en Argentina: un análisis multidimensional en la escala provincial", radicados en el área de Economía del Conocimiento del IDEI.

El segundo desafío -asegura Fiorentin-, tiene que ver con la generación de vinculaciones entre el sector de ciencia y tecnología y el sector productivo. “Acá el desafío está en la agenda de investigación internacional. Para los países desarrollados es fácil generar y validar conocimiento, porque son los dueños de las revistas, marcan los temas de interés y lo que se publica tiene aplicabilidad en sus territorios. En Argentina pareciera que hay que escapar a esas revistas, por eso es un desafío.

Por Comunicación y Prensa UNGS

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