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Miércoles 18 de diciembre de 2019

De la catástrofe ferroviaria de Once al hundimiento del Ara San Juan: la sociedad de riesgo argentina

El hundimiento del submarino ARA San Juan, la catástrofe ferroviaria de Once, la tragedia de Time Warp, Cromañón, el derrame de cianuro originado en una mina explotada por Barrick Gold en San Juan, los accidentes en Vaca Muerta, el apagón del 16 de junio de 2019 en todo el territorio argentino, no son una mera colección de catástrofes sino la manifestación más explícita de un fenómeno genoestructural de profunda raigambre socio-técnica y organizacional.

Todas las organizaciones son riesgosas…aunque algunas lo son más que otras. Centrales nucleares, sistemas de control de tráfico aéreo, empresas petroquímicas, equipos de intervenciones quirúrgicas de alta complejidad, organismos de certificación de medicamentos, porta-aviones navales, misiones de cohetes espaciales, laboratorios de ingeniería genética, son algunos ejemplos de las denominadas Organizaciones de Alta Confiabilidad (v.g. High Reliabiliy Organizations, HROs según su acrónimo anglosajón).

Desde el punto de vista epistemológico puede resultar paradójico que aquellas organizaciones altamente riesgosas sean definidas a partir de la confiabilidad ya que funcionan en la práctica pero no en la teoría (LaPorte & Consolini, 1991). No obstante ello, la profusión de accidentes industriales y sus catastróficas consecuencias desde mediados del siglo XX puso en evidencia la arista más oscura de las organizaciones altamente riesgosas: las vulnerabilidades de los sistemas tecnológicos complejos altamente integrados.

Los tristemente célebres accidentes de Seveso, Three Mile Island, Bhopal, Chernobyl, Challenger y Columbia, los numerosos naufragios de buques petroleros (e.g. Amoco-Cádiz, Exxon-Valdéz, Erika, Prestige) así como los más recientes de Fukushima y DeepWater Horizon dieron sentido a la noción de sociedad del riesgo, acuñada por el sociólogo Ulrich Beck, posteriormente complementada por otros autores (i.e. Giddens, Lash, Luhmann, Shrivastava).

De manera concomitante a la ocurrencia de grandes accidentes se fue desarrollando un corpus teórico liderado por dos enfoques teóricos: la teoría de los accidentes normales y la teoría de las organizaciones de alta confiabilidad. Mientras que la primera hace hincapié en la inexorabilidad de las catástrofes industriales como consecuencia del funcionamiento de sistemas complejos y altamente acoplados, el segundo enfoque resalta la confiabilidad de las organizaciones riesgosas y los mecanismos y competencias organizacionales que se desarrollan para evitar accidentes las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año.

Argentina en general y su universo organizacional en particular, forman parte de la sociedad del riesgo mundial integrada por una profusión de organizaciones riesgosas. Desde hace más de una década nuestro equipo de investigación se abocó al desarrollo del campo de estudio de las organizaciones de alta confiabilidad, contribuyendo a la reflexión en torno a la aplicabilidad de la noción de sociedad del riesgo en Argentina así como a la comprensión del funcionamiento de los sistemas altamente riesgosos haciendo foco en el desarrollo de dispositivos organizacionales e interorganizacionales para enfrentar eventos no deseados y/o inesperados que ponen en riesgo la confiabilidad.

Si bien nuestro enfoque metodológico priorizaba la confiabilidad antes que las vulnerabilidades de las organizaciones altamente riesgosas, los accidentes ferroviarios de 2012, el hundimiento del submarino ARA San Juan, los accidentes en Vaca Muerta, los desastres ambientales derivados de la minería a cielo abierto y el apagón eléctrico de julio de 2019 imponen un giro copernicano desde la confiabilidad hacia la vulnerabilidad de los sistemas riesgosos.

Si la primera etapa de trabajo de nuestro equipo de investigación contribuyó a identificar las especificidades de la sociedad del riesgo argentina, caracterizar las HROs y distinguirlas del resto del universo organizacional, superar las restricciones del enfoque técnico-ingenieril adoptando una perspectiva organizacional, evitar la falacia del error humano y dar cuenta de las posibilidades de generar procesos de I+D en organizaciones altamente riesgosas; la segunda etapa investigativa de nuestro equipo afronta diversos desafíos. En primer lugar, desarrollar el corpus empírico argentino a partir del estudio de las grandes catástrofes industriales. En ese sentido, la construcción de estudios de caso contribuirá a la comprensión de las múltiples causas que desembocan en un accidente grave o catastrófico. En segundo lugar, construir teoría a partir de la práctica aportando o precisando distinciones epistemológicas que nutran al campo de estudio. En tercer lugar, construir y poner en práctica modelos y dispositivos de gestión ajustados, específicos y tan complejos como los contextos y organizaciones riesgosas de que se trate. En cuarto lugar, sensibilizar a todos los actores sociales, académicos y empresariales acerca de las problemáticas de la sociedad del riesgo argentina.

Last but not least, afrontar el gran desafío de vivir en una sociedad del riesgo cuyo riesgo más preocupante es que carece de una reflexión profunda y continua acerca del riesgo industrial implica evitar una suerte de ley de Gresham que consiste en que los actores sociales, acuciados por las urgencias derivadas de los riesgos económicos, políticos y sociales, expulsan de sus agendas cuestiones que se refieren a su supervivencia en una sociedad riesgosa.

Como se puede constatar, los desafíos son múltiples y nuestros objetivos son ciertamente ambiciosos pero cierto es reconocer que sería altamente riesgoso mantenerse indiferentes frente a una problemática tan acuciante como relegada por las urgencias sociales, políticas y económicas que atraviesa nuestro país.

Javier H. CANTERO, Natalia L. GONZALEZ y Daiana V. DIAZ

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