Novedades La Uni Radio
Martes 21 de julio de 2020
Cómo viven la pandemia las comunidades migrantes de Malvinas Argentinas
Según un informe realizado por el espacio Agenda Migrante 2020, que tuvo como objetivo obtener un diagnóstico sobre la situación de las personas migrantes y bajo protección internacional en el contexto de la pandemia mundial, un 58% de esa población no tienen ingresos actualmente.
En Malvinas Argentinas son 10 mil los migrantes que viven en el territorio, la mayoría proveniente de Paraguay, Bolivia y Perú. En díálogo con FM La Uni, Silvia Burgos, responsable de la Dirección de Migrantes del Municipio de Malvinas Argentinas, detalló como se vive esta situación en el territorio: "Muchos de los vecinos migrantes provienen de Latinoamérica, una gran parte esta afianzada en el municipio hace mucho tiempo y por lo general son vecinos paraguayos, bolivianos, peruanos que ya viven de varias décadas".
El contexto actual ha generado fuertes dificultades y obstáculos a la hora de hablar de trabajo ya que la mayoría de la población se encuentra imposibilitada de realizar sus actividades, pero esto se ve con más fuerza en la comunidad de migrantes que en su mayoría se encuentran en la informalidad.
"Generalmente ellos tienen pequeños comercios, se dedican a la construcción, muchas señoras son empleadas domésticas y ante esta pandemia se ven imposibilitados de poder realizar sus actividades con lo cual no tienen ninguna entrada. Después tenemos otra parte que está indocumentada. Con estos 4 años de estas políticas antimigratorias macristas, han aumentado mucho las tasas para poder obtener un DNI y al no tener acceso a documentos no tienen acceso a un trabajo en blanco. Inclusive aquellos que se dedicaban a la construcción ya ni siquiera podían entrar los country porque necesitaban el DNI. Después, tenemos otra parte que es la que vino estos últimos dos años o menos quizás, que son, por lo general venezolanos que están con una precaria y también se ven imposibilitados de poder trabajar en blanco. Y después tenemos una parte muy chica de refugiados que para cambiar su categoría tienen que pasar un tiempo determinado y además tienen que cumplir determinadas condiciones", señaló la directora de Migrantes de Malvinas.
Desde el Municipio destacan el acompañamiento que se está realizando en este momento de pandemia. Burgos remarcó: "Nosotros estamos acompañando, los estamos llamando continuamente y lo que estamos haciendo es viendo cuáles son las prioridades, las necesidades sobre todo alimentarias y estamos tratando de cubrirlas. Hacemos acompañamiento legal, vemos cómo están los trámites aquellos trámites de documentación que han quedado colgados desde marzo y tenemos gente en condiciones de salud bastante malas. Necesitamos el documento para poder acceder hacerse determinados tratamientos, los acompañamos nosotros desde nuestra dirección. Además nos encontramos con esta problemática que ellos no tienen acceso a ningún tipo de subsidio, no tienen acceso al IFE, por ejemplo. Si bien, muchos cumplían las condiciones, no podían tener acceso y todavía estamos ahí, muchos extranjeros no han cobrado y otros si. Nosotros hacemos lo posible pero sobre todo estamos acompañando, escuchando".
En relación a esto último, cabe destacar que, según los datos brindados por el relevamiento de Agenda Migrante 2020, más del 80% de las personas migrantes no accedieron al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Los resultados de la encuesta muestran un cruce entre pobreza y tiempo de residencia. Y además propone una revisión de los requisitos de acceso al IFE porque los recién llegados están entre los más afectados por la crisis y para acceder al beneficio se de tener un mínimo de 2 años de residencia en el país.
Podes comunicarte con la Dirección de Migrantes de la Municipalidad de Malvinas Argentinas llamando al 4660-9000 interno 1609
A continuación, la nota completa:
Martes 21 de julio de 2020
Largas filas y retrasos en José C. Paz por la app "Reservá tu tren"
Ayer, lunes 20 de julio, hizo su debut la aplicación Reservá tu tren en la Línea San Martín. Y tal como se había anticipado en FM La Uni se generaron largas filas y demoras en las estaciones del tren.
Esta mañana, la estación José C. Paz estuvo colmada de personas, sin respetar del distanciamiento obligatorio, en largas filas para ingresar a las plataformas, esto sumado a los retrasos en las formaciones, cosa habitual en los trenes que en hora pico van hacia Retiro.
En diálogo con la emisora universitaria, Alejandro Alvite, trabajador de la Línea San Martín dio detalles de lo sucedido esta madrugada: "Cómo era de esperarse la aplicación "Reservar tu tren", aplicada también ahora al ferrocarril San Martín, trajo algunos contratiempos. Lo que puede verse en las mañanas que es cuando se aplica el uso de esta reserva, que es entre las 6 y las 10 de la mañana solamente para los trenes con sentido a Retiro. Las largas colas que se producen en la entrada a las estaciones son la respuesta a esto. Por un lado, por los estrictos controles que hay respecto de los permisos para circular y para trabajar dado que el transporte público sigue siendo destinados solamente para los trabajadores considerados esenciales; como también la reserva del tren reserva, que no siempre se cumple a rajatabla debido a los atrasos que se producen en el servicio. En el día de hoy fue por la niebla intensa y la humedad en las vías pero en general suelen sufrir alguna alteración y esto no está previsto en la aplicación. Lo que si sucede es que se incrementa el número de pasajeros a la espera de los trenes y en la hora pico para la reserva de la tarde. Esto se produce en el segundo día de la aplicación, porque en el primer día se hizo presente personal de gerencia de la empresa, personas de la dirección de los sindicatos en las estaciones principales cabeceras cómo Retiro y José C. Paz como para hacer muestra y galantería respecto de la nueva aplicación".
Con el uso de la app se busca evitar las aglomeraciones y así disminuir el riesgo de contagio. Se espera que con el transcurso de los días empiece a normalizarse la situación y los pasajeros no tengan que esperar tanto tiempo para ingresar a las estaciones. Aunque todavía no está previsto que sucede cuando los horarios de los trenes no se respetan debido a cancelaciones o retrasos.
¿Cómo funciona la aplicación?
1 - La app se encuentra disponible en Android y IOS
2 - Una vez descargada se debe ingresar su DNI y Nº de trámite del mismo, elegir la línea de tren, las estaciones de origen y destino y la fecha y hora del viaje.
3 - Una vez seleccionado el tren en el que se desea viajar, se le brindará un código QR y Nº de trámite que será el que se debe presentar en los controles antes del ingreso a molinetes.
En caso de no tener un smartphone, el lugar se puede reservar vía web o llamando al 0-800-222-8736 (TREN).
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Martes 21 de julio de 2020
Producción nacional post cuarentena | Arnaldo Ludueña en El País Digital
"Entre los nuevos y (renovados) viejos debates que contrajo la pandemia mundial se encuentran: el rol del Estado y la organización de la producción nacional. Conocidos son los casos en los que los Estados nacionales llevaron adelante políticas de intervención en la economía a raíz de la crisis mundial generada por la pandemia; pero una vez pasada esta etapa, ¿el Estado Nacional debería retirarse de la economía a pesar de los resultados satisfactorios (dado el contexto) en distintas partes del globo? Desde el punto de vista de la producción ¿no ha llegado el tiempo de que, por fin, se planifique y se renueven las condiciones productivas nacionales?", reflexiona Arnaldo Ludueña, investigador docente del área de Economía Política del Instituto de Industria de la UNGS, en una nota de opinión publicada en El País Digital.
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El País Digital | 17 de julio de 2020
Producción nacional post cuarentena
Lunes 20 de julio de 2020
Pedido solidario para el Centro Comunitario Gallo Rojo
La semana pasada el Centro Comunitario Gallo Rojo del Barrio Obligado en Bella Vista sufrió el robo de bomba de agua. Esta semana comenzaron una campaña a través de las redes sociales pidiendo colaboración para reemplazar la bomba y asegurarla para evitar futuros robos.
En diálogo con FM La Uni, Mara, educadora del Centro brindó detalles sobre el robo y el pedido que están realizando: "La semana pasada nos robaron la bomba de agua del centro así que estamos un poco complicados y complicadas para llevar adelante las viandas para las familias y el trabajo de la cooperativa. Sabemos que esto no está aislado del contexto en el que estamos viviendo y es por eso, que apelamos más que nunca a la solidaridad entre los vecinos y las vecinas. Estamos pidiendo la colaboración no solamente para poder tener la bomba, sino también para asegurar el espacio del centro donde donde podamos colocarla para que esto no nos vuelva a pasar... Hoy estamos cocinando la vianda para las familia del centro dos veces por semana y también estamos armando los bolsones de mercadería y artículos de limpieza para algunas familias y seguimos trabajando en conjunto con la red instituciones de barrio obligado seguimos pensando que la salida es colectiva".
El Centro Comunitario Gallo Rojo surge en 2009 enfocado en principio en el trabajo con los jóvenes de Obligado. La idea principal era generar un espacio donde los jóvenes se convoquen. Hoy en día asisten a las familias del barrio, brindándoles apoyo escolar, actividades culturales y recreativas, un espacio de contención y un plato de comida.
Podés conocer más sobre Gallo Rojo en esta producción de UNITV, El Canal de la Universidad Nacional de General Sarmiento, haciendo click aquí.
Si querés colaborar con el Centro Comunitario Gallo Rojo, podes comunicarte a través de Facebook o por teléfono al 11-5056-7707.
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Lunes 20 de julio de 2020
Ni meseta ni patada en los dientes: el error de no considerar el error
En esta nota, el biólogo Fernando Momo, investigador docente y secretario de Investigación el Instituto de Ciencias de la UNGS y uno de los coordinadores de la red covid-19 UNGS, habla sobre el análisis y la interpretación de datos relacionados a la cantidad de contagios por covid-19.
En vísperas de los inminentes anuncios de relajación del aislamiento/distanciamiento social obligatorio hemos visto nuevamente en los medios informativos, tanto por parte de periodistas como de profesionales de la salud, una discusión en torno a la supuesta estabilización del número de contagios contrapuesta a una, también supuesta, nueva aceleración. Señales de alarma sobre “el peor momento” de los contagios, suposiciones sobre el “aplanamiento de la curva” y razonamientos en torno a un R cercano a 1.
La verdad es que para poder discutir en torno a los nuevos casos diarios que se suman hay que tomar en cuenta que ese número involucra múltiples fuentes de error y fluctuación y sus variaciones día por día no nos dicen mucho de posibles tendencias.
Error de los datos y fuentes de variación Si observamos el aumento de los casos diagnosticados por día a lo largo de todo el proceso de la epidemia, notaremos que todo el tiempo existen fluctuaciones aunque el número promedio va en aumento:

Ambas cosas son lógicas. Es lógico que el número de infectados diarios crezca porque hay más casos activos y asintomáticos, más circulación del virus y por lo tanto más contagios. Esto es lo que se intenta controlar con las medidas de distanciamiento. También es lógico que los números oscilen porque el proceso de transmisión de la enfermedad no es constante, hay factores de azar que influyen en el contagio, tampoco el proceso de detección es constante y exacto, se acumulan isopados y se completan los reportes de los positivos con una cierta demora. Todo eso introduce fluctuaciones en los datos. Entonces, la pregunta es ¿indican esas variaciones algo más que el error casual?
Podemos hacer un sencillo ejercicio estadístico y explorar la distribución de esos errores. Si asumimos que el tiempo que transcurre entre el contagio y la detección y reporte es de alrededor de 10 días, podríamos ver cómo fue variando la relación (el cociente) entre el número diario de nuevos casos y el número de casos activos de diez días antes; esto sería una estimación muy burda de la proporción de contagios. Si hacemos esto para todo el período desde el inicio de la epidemia veremos que ese cociente tiende a estabilizarse:

Al principio los valores son muy altos porque había muy pocos detectados y se daban muchos contagios proporcionalmente. Miremos ahora con “lupa” lo que pasa con estos valores a partir del 20 de abril, graficando sólo la segunda parte de estos datos:

Lo que vemos aquí es que los valores de la proporción entre los casos diarios reportados y el número de infectados activos diez días antes se mantuvieron fluctuando alrededor de un valor promedio más o menos constante (representado por la línea de rayas). En el gráfico, las líneas de puntos pequeños marcan los límites superior e inferior obtenidos sumando y restando respectivamente al promedio una cantidad igual a dos veces la desviación estándar de los datos. Se supone que esa “franja” debe contener alrededor del 96 % de los datos. Podemos ver que en los últimos días las fluctuaciones se han mantenido dentro de la variación esperable. Si queremos ver mejor esas variaciones podemos hacerlo en el siguiente gráfico:

Las disminuciones y los aumentos del número diario de casos nuevos reportados son variaciones que se pueden atribuir al azar. No podemos obtener de ellas conclusiones razonables y confiables acerca de si hay “amesetamiento” de la curva o “un súbito aumento”.
Para tratar de hacer predicciones sobre eso hay que utilizar otras herramientas estadísticas un poco más robustas y también un poco más complejas.
Las conclusiones de esto son muy simples: todo lo que medimos tiene errores, para saber qué está pasando con el fenómeno hay que mirar el conjunto de los datos, no el día a día. Mirar los casos día por día y tranquilizarse cuando hoy hay menos contagios que ayer y desesperarse cuando mañana haya más que hoy es como caer en aquel viejo chiste que preguntaba si andaba el guiño del auto y el que miraba contestaba “ahora sí, ahora no, ahora sí…”.
Por Fernando Momo
Instituto de Ciencias - UNGS
Lunes 20 de julio de 2020
Organizaciones de José C. Paz realizan reclamos al intendente Ishii
Organizaciones y movimientos sociales de José C. Paz presentan una carta al intendente Mario Ishii. A través de esa publicación vecinos y vecinas dan a conocer situaciones y pensamientos sobre la situación de los barrios paceños en pandemia.
Hoy, nos duele ver que trabajadores y trabajadoras informales se encuentran cercados y sin posibilidad de sostener una cuarentena sin hambre. Son miles los desocupados que necesitan cobrar las distintas ayudas del gobierno nacional y que no alcanza para llegar a fin de mes. En los barrios, nos encontramos sujetos a los precios de los alimentos que se consigue en el comerciante del barrio. Sin tierra para cultivar nuestros alimentos, hacinados en pequeñas viviendas o parcelas compartidas, nos encontramos en medio de la incertidumbre que generan las políticas públicas insuficientes y la inoperancia de la gestión municipal. En este contexto de pandemia, se incrementó la vulnerabilidad y la inseguridad de nuestros vecinos, por ello vemos necesario buscar respuestas que realmente representen a los ciudadanos paceños y atiendan nuestras necesidades generales. Que busquen cambiar de forma estructural nuestras situaciones de ahora y con verdadera perspectiva en el futuro inmediato
Las organizaciones manifiestan haber presentado con anterioridad sus reclamos y preocupaciones al municipio. Y relatan que en abril se había prometido trabajar conjuntamente teniendo en cuenta el avance de la pandemia algo que no sucedió. Nunca hubo contacto para llevar a cabo acciones conjuntas.
Según lo informado por el Municipio de José C. Paz, durante este fin de semana se contabilizaron 80 nuevos diagnósticos confirmados, con un total de 1.130 personas con resultado de COVID-positivo. Frente a esto las organizaciones remarcan las condiciones de vulnerabilidad y precariedad del distrito que hacen más complicada la situación frente al virus.
Exigimos que escuche a las organizaciones y movimientos sociales que estamos bancando en el barrio la primera línea de combate. Desconocernos es desconocer a quienes vienen conteniendo las consecuencias de sus malas políticas e impidiendo que nuestro distrito no se desborde mucho peor. Porque nosotros luchamos por la vida y la defendemos, si usted no cambia la actitud ante las organizaciones, nos veremos con la obligación de llamar a movilizarnos, con todo el protocolo necesario, en contra de su dichos y malas políticas.
En diálogo con FM La Uni, David, integrante del Movimiento de Trabajadores Excluidos “Vientos de Libertad”, describió la situación que señalan las organizaciones en la carta dirigida a Mario Ishii: "Decidimos manifestarnos a través de una carta directa al intendente Mario Alberto ishii, que es en principio para poder explicarle la situación que vivimos los trabajadores, los vecinos y vecines de los distintos barrios y también manifestarnos en función de sus dichos con los medios de comunicación, el último dicho del haber planteado que volveríamos a una etapa del 2001 en el cual, nosotros las organizaciones sociales, no comprendemos que estamos en esa etapa ni queremos llegar a esa etapa porque los que perdimos las vidas somos los vecinos... De acuerdo con esos dichos para nosotros hoy más que nunca debemos estar unificados en poder realmente trabajar para la comunidad en contra de esta pandemia, en contra de esta enfermedad. No simplemente con palabras sino con acciones reales y concretas en los barrios. Nosotros creemos que el municipio ha tomado algunas acciones de las cuales nosotros respetamos, pero vemos que la mayoría de lo que hemos planteado y hemos generado en propuestas no han sido escuchadas. Una de esas propuestas que las mesas de organizaciones sociales paceñas, ha planteado en distintas reuniones que ha tenido y que hemos ido manifestando en los medios de comunicación fue el pedido del comité de crisis. Nosotros vemos que en algunos hemos podido avanzar y en otras no saben nada, se ha quedado en palabras.En esta situación nos encontramos que nosotros simplemente somos vecinos que trabajamos como trabajadores esenciales, hoy en día manteniendo al frente, una olla popular, una organización comunitaria de salud, pero no vemos una ayuda real a la situación que estamos pasando de parte del municipio"
Frente a todo lo expuesto, las organizaciones exigen al intendente lo siguiente:
1.- Nómina del personal de salud contagiado por covid 19. Y su inmediata atención sin descuento en los sueldos del personal de salud.
2.- Garantizar la conectividad de internet gratuito a todos los vecinos de José C. Paz, mejorando así la comunicación entre familias y familias y estado.
3.- Mejorar la atención de personas y familias por cuestiones de violencia familiar, de género o social; garantizar alojamiento a familias y víctimas de violencia de género que no puedan cumplir el aislamiento en su domicilio por cuestiones edilicias, por convivir bajo el mismo techo con su agresor o por cuestión de violencia y hostigamiento.
4.- Eliminar todo tipo de basurales, siendo estos, focos de infecciones y enfermedades, garantizando en los mismo el emplazamiento de espacios verdes recreativos y deportivos para el uso de los vecinos. Tareas de limpieza en los barrios para prevenir la propagación del Dengue.
5.- Garantizar la mercadería necesaria para poder sostener las ollas en esta crisis pandémica y pos-pandemia. Así mismo proveer de tantos kilos de leche, azúcar, harina, dulces, chocolate, de la misma calidad de la que les dan a,los hijos,de los funcionario. Gas, elementos de seguridad e higiene. Todo esto para cubrir las necesidades de manera mensual.
6.- Garantizar el perfecto funcionamiento del sistema de salud, garantizando la debida remuneración y pase a planta permanente de los trabajadores, insumos, medicamentos, aparatos y oxígeno necesario para la crisis de COVID-19.
7.- Mejoramiento de la entrega de alimentos en las escuelas. Tanto en seguridad higiénica como cantidades y calidad.
8.- Proveer la cantidad de agua potable a los barrios periféricos, según tanto litros se necesitan y la futura construcción de una red de agua potable. Red de cloacas con tratamiento de aguas negras. Generando puestos de trabajo para las flotas de trabajadores y su inmediato pase a planta permanente.
9.- Protocolo de acción frente a contagios de COVID-19 unificado entre el municipio y las organizaciones que están en los barrios.
10.- Inmediata puesta en funcionamiento del Comité de Crisis (Ejecutivo municipal, las secretarías municipales, movimientos y organizaciones sociales, civiles, de salud, culturales, de formación, las iglesias, los clubes de deportes, gremios, etc.).
A continuación, la nota completa:
Viernes 17 de julio de 2020
Instrumentos de Promoción y Financiamiento
Ponemos a disposición una serie de enlaces y documentos que se relacionan con instrumentos de promoción y financiamiento estatal.
Creación del “Programa Universidades por la Emergencia del Covid-19” (PUPLEC19): Creado por el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación de la Nación. La medida promueve la colaboración activa de las instituciones universitarias en acciones comunitarias vinculadas a la atención, prevención y promoción de la salud, en articulación con los diferentes efectores de la salud públicos, así como el trabajo de asistencia y acompañamiento a las personas pertenecientes a los grupos de riesgo. El programa se propone estimular la participación de los estudiantes universitarios así como del conjunto de la comunidad educativa y tendrá una vigencia de 6 meses.
El Programa Nacional para el Desarrollo de Parques Industriales Públicos en el Bicentenario tiene por objetivo contribuir al desarrollo de los Parques Industriales así como de las empresas que se encuentran radicadas allí. El Programa contempla:
- El Registro Nacional de Parques Industriales (RENPI)
- El otorgamiento de Aportes No Reintegrables (ANR) a los Parques Industriales Públicos, para la realización de obras de infraestructura intramuros.
- La realización, a través del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, de obras de infraestructura extramuros.
- El otorgamiento de créditos para las pequeñas y medianas empresas con tasa bonificada por la Sepyme, a los fines de la radicación y desarrollo de las mismas en los
- Parques Industriales Públicos.
El Programa Crédito Fiscal para Capacitación PyME consiste en un reembolso de hasta el 100% de los gastos asociados a proyectos de capacitación para el personal de las MiPyMEs. Asimismo, el Programa contempla las modalidades cadena de valor para la promoción a partir de una empresa cedente de actividades de capacitación que beneficien a Pymes y/o emprendedores/as relacionados/as, también la modalidad “Capacitación asistida para La Promoción de grupos asociativos MiPymes” para la generación de asociatividad
entre MiPyMEs y la modalidad “Infraestructura para el Desarrollo Regional” que contempla la adquisición de equipamiento y adecuación del espacio para instituciones intermedias de apoyo Pyme.
Medidas para PyMEs por el Coronavirus: Distintas líneas de financiamiento para MiPyMEs, empresas, emprendedores e Instituciones de I+D+i
Viernes 17 de julio de 2020
COVID-19 | A partir del lunes habrá que reservar asiento para viajar en la Línea San Martín
A partir del lunes 20 de julio, quienes quieran viajar en la línea San Martín deberán reservar su asiento anticipadamente, a través de la aplicación Reservá tu tren. Con esto se busca evitar las aglomeraciones y así disminuir el riesgo de contagio. Para seguir reforzando el distanciamiento social, entre las 6 hs. y las 10 hs., en la línea San Martín sentido a Retiro se debe reservar lugar en el tren. Se trata del mismo sistema que ya se viene implementando en las líneas Mitre y Sarmiento y sólo podrá ser utilizados por trabajadores esenciales.
Por su parte, los trabajadores ferroviarios advirtieron sobre la posibilidad de que esta iniciativa se encuentre con limitantes, debido a que los inconvenientes con trenes y horarios son una constante en la línea. En diálogo con FM La Uni, Alejandro Alvite, trabajador de la Línea San Martín señaló: "Creemos que no va a ser un buen resultado de entrada, debido a que esto parte de la hipótesis primero que todo el mundo tiene un teléfono que le permite bajar la aplicación y hacer uso de ella. Y en segundo lugar, también supone que todos los trenes van a circular y a horario, lo cual no siempre es tan así. En consecuencia deja algunas secuelas porque si uno reserva un viaje y ese tren es cancelado va a tener que esperar el siguiente y se va a acumular con la gente que tiene reservado el viaje siguiente. Esto sumado a los atrasos que es moneda corriente, traerá algunos inconvenientes. Así que lo más probable es que la semana que viene empiece con ese tipo de perjuicios leves y esperamos que se pueda regularizar y que pueda cumplirse con los cronogramas habituales".
¿Cómo reservar lugar? A través de la APP (disponible en Android y IOS), vía web o llamando al 0-800-222-8736 (TREN).
A continuación, la nota completa:
Viernes 17 de julio de 2020
Encontrarse en el juego
“Hay un impulso al juego, cuando aparece es imposible detenerlo. Es como encontrar un pequeño y sanador orden. Estimulado con mundos que asoman, busco los detalles los colores, muevo, modifico, me preparo para que aparezca otro yo, un nuevo personaje que acompañaré desde su nacimiento”, dice Gastón Guerra, coordinador de artes escénicas del Centro Cultural de la Universidad, en diálogo con Noticias UNGS. Es que para Guerra jugar es cosa seria. Curiosear y probar, sin prisa y sin vergüenza. El teatro es como su casa rodante llena cachivachitos, títeres, cajas, maderas, casets viejos, poesías en los márgenes, cuadernos de dibujos, risas de niñes y nariz de payaso. No es de tantas palabras, las justas, que cuando se sueltan dicen mucho. Siempre pensando y reinventando su hacer creativo y compañero en la Universidad, un camino de 25 años que tiene entre sus grandes castillos vagabundos a la Fiesta de las Vaca-ciones. Nunca hubo una igual a la otra, su curiosidad coherente con la mirada atenta en las infancias, hace que proponer cada año cosas nuevas al equipo del Centro Cultural sea la regla. Esta decimosexta edición del festival de receso invernal, en cuarentena, no es la excepción.
–¿Cómo es eso de crear un personaje desde el juego?
–Surge un impulso creativo desde el mismo juego. Me visto y empieza a aparecer un personaje con su universo, que van creciendo. Todo es prueba y error. No hay nada intelectual, tiene más que ver con el cuerpo y ponerlo en ese personaje. Yo creo desde lo plástico, un saco o un maquillaje me sugieren un estar, una forma, y eso me dispara el universo de ese personaje, cómo habla, su entorno. Es una creación imparable, algunas cosas tomo y otras quedan en el camino.
–¿Se pueden llevar esos personajes a la virtualidad?
–Sí. Ahora tengo en cuenta como a priori ese cuadrado, a veces tan pequeño como el del celular, que son las pantallas. Para esta Fiesta cree un personaje para la cámara, desde una idea a la imagen y desde ella a la acción. Es novedoso, yo nunca me había grabado haciendo estos juegos. El fondo, las luces, los objetos, son los grandes ayudantes que complementan al personaje. Es más, un poco me desborda, porque ni bien lo compartí con las chicas del equipo para ver qué les parecía se convirtió ya en un hecho, cuando para mí era una prueba. Es otra dinámica con la tecnología: cuando el otro recibe una grabación y la reproduce hace su interpretación. Pero creo que esto no es estrictamente teatral, es otra clase de juego.
–¿Qué características tiene este nuevo espacio de la pantalla?
–¡Casi nunca tenemos pies en este cuadrado! Eso es muy curioso. Hasta el vestuario se piensa para el torso, nada más. Abajo vivimos en jogging y pantuflas. El otro día a los chicos del Elenco de Jóvenes, con los que estamos trabajando personajes, y también con la diplomatura de teatro de títeres, les dije que se paren y caminen para salir un poco del primer plano. Los fui guiando auditivamente y algunes fueron hasta la puerta, dieron vuelta por la casa, se metieron en el placard y ahí salieron otras cosas. Moverse, usar el cuerpo, aun del otro lado, dejar de estar pendiente de la pantalla. Cuesta adaptarse y pensar nuevas estrategias y contenidos, especialmente en el teatro, porque nos vemos fragmentados, lo que es más del lenguaje audiovisual.
–Si se muestra todo tal cual es, ¿queda lugar para la imaginación?
–Es posible despertar la imaginación aún en estos formatos virtuales. Para eso el personaje es fundamental: un abridor de puertas y ventanas, un proponedor, una mirada que busca llegar al corazón ¡y a los pies! de las personas. Justo en estos momentos de aislamiento, quizás de soledad, el personaje invita a jugar a ser otres, diverses, sin auto censuras. Les niñes son expertes: disfrazarse, hacer distintas voces, hacer hablar a los muñecos, a los objetos, es parte de su cotidianeidad. Somos les adultes quienes perdemos esa capacidad. Como dice Kartun, los que hacemos arte encontramos la forma aprobada por la sociedad para seguir jugando y no ser los “locos”.
–La tendencia a lo bizarro, a la imitación –pienso en la app Tik Tok, por ejemplo–, o a poner énfasis en lo no terminado, lo “espontáneo”, ¿qué aporta y qué entorpece o embarra?
–Para mí es más lo que aporta. Está bueno como herramienta expresiva, porque invita al juego y está al alcance de todes, con mayor o menor –no me gusta usar la palabra “talento”– dedicación. Parece que no tener alguien directamente en vivo viéndote genera bastante desinhibición. Aunque pueden alabarte o criticarte, nadie está allí sintiendo tus latidos, la respiración, el sudor. Hay algo loco con lo inacabado, porque en realidad no es tal, ya que no es un hecho vivo. Una vez que se publica podrá ser profesional o desprolijo, pero ya fue lanzado. En lo personal lo que más me molesta en realidad es lo plano; por eso intento desde la luz o el sonido, pero especialmente desde la interpretación, salir de ese achatamiento. Es el gran desafío si quiero generar empatía del otro lado.
–La programación de estas Vacas, ¿cómo tendrá en cuenta estas novedades?
–Sabemos que les chiques reciben un montón de contenidos por las redes y que también están en sus propios mundos según la edad. Queremos que jueguen, que no estén estáticos o expectantes. También nos proponemos algo más ambicioso, que es lograr que la familia entera se tome un tiempo para compartir las actividades. A la hora de la merienda, como era antes con, por ejemplo, el Capitán Piluso, o el show de Carozo y Narizota, sentarse a mirar, pero también a escuchar y jugar. Un potpurrí de cosas en 40 minutos, la mayoría especialmente realizadas en cuarentena, o sea que ya tienen en cuenta el formato y los tiempos. Son frescas, amorosamente seleccionadas, con el sabor de lo casero.
Del 20 al 31 de julio la propuesta entonces es merendar con la “Fiesta de las vacas en casa. Centro Cultural para niñes”. Los martes, miércoles, jueves y viernes a las 16 hs se subirán al canal de Youtube https://bit.ly/ccungsYT los programas con espectáculos, talleres de danza, reciclado, juegos indígenas, teatro u origami, sketches, lecturas, sorteos. Compañía D’ Zoquetes; Títeres del tapial; Grupo 1, 2, 3 cua; Compañía Del Revés; Sin julepe; La Perinola; Los Hermanos Guerra; El Ñaque títeres y Sakados del Tacho serán algunos de los invitados.
Más información en las redes del Centro Cultural y Multiespacio Cultural: Facebook, Instagram, YouTube.
Florencia Garofalo
* Artículo publicado en la edición especial de Noticias UNGS, el 15 de julio de 2020.
Viernes 17 de julio de 2020
Normas y vida cotidiana. Reflexiones desde la cuarentena
En Argentina, de tanto en tanto, se renueva la obsesión por sobreinterpretar la especificidad de la cultura nacional. ¿Los argentinos somos egoístas o solidarios? ¿Somos emocionales o racionales? ¿Somos contrarios a las normas o respetuosos de ellas? Desde la década de 1970, en sintonía con un nuevo auge del relato decadentista de la nación, priman las interpretaciones que se alejan del modelo civilizatorio de la solidaridad, la racionalidad y el apego a las normas. Los discursos públicos en torno a la epidemia del covid-19 son una buena oportunidad para reencontrar esas narrativas dominantes sobre la nación que -sería bueno aclarar- nunca se corresponden con la complejidad de la vida social que siempre es diversa, variada y contradictoria.
Durante estos meses de aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) se promovió el distanciamiento físico y la reducción de la circulación con la suspensión de actividades públicas como eventos masivos, actividades educativas y limitación del transporte, acompañado de una fuerte campaña nacional bajo la consigna “quedate en casa”. Estas medidas, sin duda, suponen una norma pública elaborada por el Estado que tiene la intención de resguardar el bienestar general de la población y que se basa en una racionalidad específica amparada en evidencia científica aportada por expertos: epidemiólogos, virólogos y especialistas en salud pública.
Es cierto que existen declaraciones aisladas e incluso manifestaciones contra la cuarentena, pueden oírse voces disímiles como las de intelectuales liberales que llaman a la “resistencia civil” o las movilizaciones al obelisco que combinan opositores políticos, personas abatidas por las consecuencias socio-económicas del ASPO y negacionistas de diferente índole. Sin embargo, en su gran mayoría esas intervenciones o acciones han sido condenadas y criticadas. La norma ha tenido un apoyo simbólico contundente en el espacio público (en medios, en declaraciones de referentes sociales, entre otros). A su inicio, el aislamiento fue respetado de manera amplia, pero con el tiempo la movilidad comenzó a ser más activa. Esto, creemos, se debe a varios factores. En parte es consecuencia de la autorización paulatina de nuevas actividades y de las diferentes fases de la política de cuarentena. Pero sin dudas es también consecuencia del agotamiento de la eficacia social de la norma (https://www.google.com/covid19/mobility, acceso 27/5/20). De todos modos, en un sentido general, el apoyo a la cuarentena se mantuvo inicialmente dentro de los parámetros esperados, lo que llevó a variadas declaraciones que se vanagloriaban de cómo los argentinos demostramos ser “civilizados”, solidarios y respetuosos.
Por otro lado, en los primeros días del aislamiento nos encontramos con noticias sobre cómo se rompía con ese aislamiento: el allanamiento de un hotel alojamiento en la ciudad de Buenos Aires que continuaba abierto horas después de declarada la cuarentena, vecinos de Pinamar echando a turistas que huían de la ciudad para pasar los días de reclusión en la costa, un empresario gastronómico de Rosario que rompió 15 veces el aislamiento y fue multado por un millón de pesos. No faltaron personajes de la industria del entretenimiento como Susana Giménez y Marcelo Tinelli que violaron la cuarentena para viajar a sus casas de campo. En contraposición a los “argentinos civilizados”, estos actos amplificados por la prensa levantaron las voces que se autocastigan sobre cómo los argentinos somos “egoístas y no respetamos las normas”.
¿Somos o no somos apegados a las normas? Responder esa pregunta es entrar en un dilema que tiene más de metafísica que de análisis concreto. Nuestro argumento aquí es que las normas no son unas y para siempre, y que no se respetan o se rompen con argumentos ideológicos fuertes, sino con “usos blandos” de la regla, que se adaptan parcialmente a contextos de interacción de la vida cotidiana y que suponen criterios de legitimación específicos. Adelantamos una hipótesis: buena parte del posible éxito de la cuarentena se va a deber a esa flexibilidad práctica que permite hacer de una política pública un campo de significados múltiples.
Las normas en movimiento
Un primer factor para entender la diversidad de respuestas a la normativa tiene que ver con diferencias socio-estructurales. En los grupos sociales más vulnerables, con infraestructuras y formas de socialidad menos centradas en la intimidad, es posible que la norma se adapte a condiciones sociales y simbólicas específicas si se la compara con el mundo de las clases medias urbanas. Es habitual oír expresiones de este tipo: “Si no salgo a laburar nos morimos de hambre”, “el negocio se me funde si no lo abro”, “los chicos no pueden estar todo el dia en casa con mi marido, conmigo y los abuelos” o “vivimos cinco familias juntas, necesitamos salir”. No son relevantes allí únicamente los modos específicos de adaptación de la norma en función de criterios prácticos, sino sus ensamblajes con condiciones ecológicas, económicas y materiales de vida que presentan fuertes distancias con la consigna “quedate en casa”.
Cuando hay condiciones de hacinamiento, cuando la necesidad económica obliga a salir del aislamiento, cuando no hay a donde salir porque el hogar es la calle o cuando, como ocurrió en el Barrio San Atilio de José C. Paz, todo el ambiente está invadido por el humo del basural a cielo abierto y las vecinas y vecinos salieron a manifestarse, se hace insostenible “quedarse en casa”. Estas no son las únicas justificaciones para romper la cuarentena, también oímos expresiones como: “no puedo no encontrarme con mi novio”, “no puedo dejar de ver a mis hijxs”, “necesito salir para tomar aire”, “no soporto no poder ver a mi madre”, “voy a ver a mi papá porque me estoy volviendo loca”, “paso a saludar a la tarde por mi salud mental”, “nos vemos en el supermercado para caminar un rato por el barrio”.
Esas son explicaciones habituales de personas de un entorno social urbano de Buenos Aires, que tienen justificaciones diversas para “evadir” la norma. Nos interesan estas micro-evasiones en la medida en que todas ellas no renuncian a la norma oficial, pero, aceptándola, negocian el criterio general con alguna justificación situada. Es decir, la norma no supone un sistema abstracto de acatamiento en función de determinantes metafísicos como la “argentinidad” o la “clase”. Sin embargo, asumiendo que esas regularidades existen, nos interesan las moralidades prácticas específicas que son móviles y permanentemente negociadas.
En la década de 1960 el sociólogo Harold Garfinkel, inspirado en la filosofía pragmática, planteó en sus Studies in ethnomethology una serie de ideas muy sugerentes sobre cómo los individuos se vinculan con las normas. Contra la idea de que existen sistemas normativos abstractos, que los individuos incorporan más o menos unidireccionalmente, Garfinkel propuso dos ideas interesantes. En primer lugar, que las normas declaradas públicamente no son siempre las que las personas usan en su vida práctica; en segundo lugar, que las normas que las personas usan en su vida cotidiana están de algún modo entramadas en la práctica misma. Los sentidos que las personas despliegan sobre la norma de “quedarse en casa” y sus pequeñas evasiones muestran toda una trama clave para entender cómo vivimos la cuarentena.
Si bien muchos reivindicamos el valor de “quedarse en casa”, lo cierto es que los pequeños ilegalismos de visitas cotidianas, paseos por el barrio o encuentros furtivos muestran una trama que hace a la vida social en pequeñas redes de interacción diaria. Al mismo tiempo, en la vida social este tipo de práctica moviliza un código propio que permite justificar salidas a trabajar, descomprimir situaciones de hacinamiento y encuentros que hacen al bienestar integral (incluso a la salud mental) en determinadas situaciones.
Esos códigos cotidianos de justificación de la disidencia no son estáticos, son móviles, pueden alejarse en determinados contextos de la norma declarada oficialmente de “quedarse en casa” o, en otros momentos, pueden plegarse con la misma. Seguramente también puedan adaptarse o distanciarse en conversaciones o situaciones específicas. Con un jefe, con una autoridad o con amigos muy estrictos se mantiene la norma oficial, e incluso se vivirá esa norma como tal, mientras con los “cómplices” se alegan excusas como la economía, el amor, la amistad o la salud mental. Es muy posible que esas justificaciones también se vivan como reales y sin contradicción. El paso de una a otra está atada a períodos temporales de la cuarentena, niveles de agotamiento, necesidades emocionales, físicas y a entornos de los lugares de aislamiento.
Resulta significativo que, si en las primeras semanas de la cuarentena esos códigos oficiales y cotidianos estaban muy unidos, con el correr del tiempo, y con nuevas medidas y fases de “cuarentena administrada” que habilitaban nuevas actividades, la norma oficial fue incorporando algunas de esas moralidades cotidianas a lo aceptado. Algunas actividades productivas fueron habilitadas, las salidas recreativas para niñas y niños, la posibilidad de convivir alternadamente en familias ensambladas y las actividades deportivas al aire libre son ejemplo de ello.
Hay un fenómeno crucial que hace a estas relaciones entre normas explícitas y normas implícitas bajo la cuarentena del covid-19: el Estado. Por ello no deberíamos entender sólo abstractamente las políticas públicas, las que son centrales para el acatamiento y la eficacia del cuidado colectivo, sino cómo éstas funcionan en la vida cotidiana, cómo son apropiadas y resignificadas. La presencia de médicos, enfermeros y policías en la calle es sólo una parte de ello, la dimensión más visible de la salud pública o el monopolio de la violencia física. También resulta fundamental el Estado en los códigos oficiales que defendemos públicamente: “quedarse en casa”, “tomar distancia es cuidarse”. Si bien no siempre son co-extensivos de los códigos implícitos que orientan nuestras acciones prácticas, sin ellos no habría legitimidad común y todos haríamos de nuestros códigos implícitos el único modelo de acción: el del amor, el del afecto, el de la salud mental, el de las condiciones higiénicas mínimas, el de ganarse el pan, que nos llevan a romper la norma oficial. Incluso podríamos considerar los que se amparan en el miedo, que nos llevan a cerrarnos sobre nosotros mismos y desconfiar del otro, abriendo la puerta para movimientos fundamentalistas y diferentes formas del negacionismo científico y de los beneficios de la política pública basada en la evidencia.
Todos esos códigos implícitos necesitan del Estado para difundir una moral pública que ofrezca un apoyo moral común de cuidado, respeto, democracia y no discriminación. Y, al mismo tiempo, el Estado no podría desplegar una política efectiva sin asumir esa diversidad de códigos, justamente ese juego de la incorporación de la moral práctica a la pública es un juego que hace a la gobernabilidad.
Los argentinos y las normas
El análisis de las normas y su acatamiento en general suele ser analizado desde miradas abstractas que dicen más sobre quienes enuncian esas interpretaciones y sus ideales normativos que sobre los procesos mismos. Como dijimos, el contexto actual parece movilizar una serie de imágenes que afirman lo “solidarios” o “egoístas” que podemos ser los argentinos. La desobediencia parece ser una interpretación dominante en las últimas décadas, base de discursos moralizantes sobre la república y el carácter corrupto de la nación, sumándose a las narrativas del fracaso argentino.
Desde esta visión el problema radica en el desapego que los argentinos expresamos ante las normas. Se trata de una lectura normativa que parte más de supuestos teóricos-ideológico que de una constatación empírica. Un ejemplo de esta posición es la de Carlos Nino y su idea de “un país al margen de la ley”, usado hasta el hartazgo para la automortificación por la falta de apego a las normas. En ese libro encontramos afirmaciones rotundas sobre la falta de respeto que los argentinos tenemos hacia la ley, que apuntan a remarcar la profunda diferencia y la excepción de nuestro país con respecto a cualquier otro sitio del planeta. Esta idea persiste en lo que Ezequiel Adamovsky (http://revistaanfibia.com/ensayo/una-tribu-de-salvajes-sin-futuro) ha identificado como una “república decadente”.
Nino menciona en su libro las distintas formas en que se manifiestan la ilegalidad y la anomia en la vida social argentina. Aborda este problema en diferentes ámbitos de la vida social: la actividad económica, la contribución impositiva, la conducta en el tránsito, el funcionamiento de la administración pública, entre otras cosas. El autor concluye que son factores culturales y morales los que operan para impedir que la justicia actúe de manera efectiva en este contexto de ilegalidad y “anomia boba” que frustra los propósitos de todos los actores involucrados, genera ineficiencia y subdesarrollo.
Estas ideas, que muchas veces asumen como análisis sociológico una mirada sesgada, no consideran cómo estos ilegalismos, seguramente presentes en muchos otros contextos sociales no argentinos, son sólo una parte de la vida social. Y, sobre todo, estas lecturas están fuertemente atadas a una imagen idílica de las normas públicas como un sistema oficial que debería replicarse en la vida cotidiana. Su imperfección, en última instancia, debe buscarse en una población que es la última culpable de “no respetar las normas”. Entendemos que es posible que este desacople tenga que ver con la imposibilidad de concebir un Estado que defina valores comunes verdaderamente democráticos, es decir que negocie permanentemente con la diversidad interna, incluso muchas veces conflictiva, atendiendo a factores económicos o ambientales diversos, pero también a una gran diversidad de códigos morales implícitos.
Enfatizar en los comportamientos de los actores a partir de su predisposición a cumplir o no las normas quita complejidad a la reflexión porque deja de lado otros aspectos y dimensiones que configuran el problema. Esta lectura se articula perfectamente con el acento normativo sobre la conducta y el autogobierno, una manera de construir el problema coherente con la concepción de gobierno que presta más atención a las conductas como fenómenos aislados que a las tramas complejas que nos permiten entender las relaciones entre normas y acciones. Unido estas lecturas emerge la idea de un Estado débil, que no regula, que no controla, que no penaliza los comportamientos indebidos. El Estado aparece así como un ente sin capacidad para ordenar y garantizar el cumplimiento de la ley. En esas interpretaciones se disuelve cualquier explicación que pretenda especificidad y complejidad, habilitando argumentos ideologizados y denigratorios que representan más la indignación moral que el análisis detallado y racional, desarrollando todo un género nacional de crítica a la picaresca o la “viveza criolla”.
Es necesario dar cuenta de las relaciones complejas entre los comportamientos individuales y las reglas que los restringen. Por lo tanto, resulta necesario una mirada que tome distancia tanto de los juicios negativos sobre las formas de ser y actuar como de una supuesta autorregulación espontánea de los actores. El modo sesgado de interpretar el cumplimiento o no del ASPO tiene similitudes con algunas miradas sobre el orden del tránsito y la seguridad vial: su éxito, se nos dice, depende en gran medida de la responsabilidad individual. Se enfatiza en las conductas individuales dejando de lado aspectos como las complejas tramas morales de la acción social, la infraestructura o incluso las políticas públicas sistémicas. Un rasgo común con muchas iniciativas estatales en materia de tránsito es la centralidad que asumen las conductas individuales para el control de los riesgos. En este sentido, desde las distintas medidas de gobierno se busca crear un individuo conocedor de las reglas y responsable de las consecuencias de sus actos. Por su parte, al igual que muchas intervenciones normativas sobre la ASPO en el contexto de la pandemia de covid-19, las políticas públicas sobre seguridad vial se basan en dos recursos. Por un lado, se establece la concientización a través de campañas y manuales de educación vial y, por el otro lado, las políticas tienen un aspecto represivo a través de los controles y las sanciones. Así, la preocupación por gobernar el autogobierno prioriza las conductas individuales y la falta de cumplimiento de la ley. Estas miradas dominantes, tanto sobre la ASPO como sobre la cuestión vial, plantean semejanzas en base a criterios del incumplimiento de la norma desde la acción individual o desde la anomia. Por el contrario, entendemos que la gestión pública de los riesgos exige una mirada compleja que incluya diferentes niveles tanto de la política pública y la norma oficial como de las normas implícitas y de las condiciones materiales.
Ni solidarios ni egoístas
El respeto a la cuarentena y su incumplimiento no son acciones que se opongan. Si bien públicamente podemos dividir el mundo en dos, e incluso politizar esas dos opciones y asumir que quienes la respetan a rajatabla son parte del bien común democrático y los que la rompen la encarnación del mal neoliberal, creemos que es bastante más complejo. Eso no quiere decir que no haya grupos, minorías activas, que defiendan esos valores y los usen para manifestarse, confrontar por las redes o construir identidades políticas coyunturales. Sin embargo, sospechamos que las grandes mayorías no funcionan así.
El respeto o la ruptura de la cuarentena supone articulaciones contextuales de códigos morales de justificación muy específicos que remiten al discurso oficial de “quedate en casa”, los discursos cotidianos del amor, el afecto, la salud mental o la supervivencia, redes sociales personales e infraestructuras cotidianas. El pliegue entre esas normas explícitas, públicamente declaradas, y otras más implícitas, pero no menos regulares, organizan una trama compleja en donde “quedarse en casa” o salir son opciones posibles.
Entender cómo se produce y se reproduce la cuarentena podría enriquecerse mucho asumiendo esta complejidad entre normas oficiales y códigos normativos implícitos como los descriptos por Harold Garfinkel. La política pública que quiera una gestión eficaz de la pandemia y de la post-pandemia, necesita asumir que estas redes de disidencias existen, que se basan en criterios de legitimación cotidiana y que perfectamente pueden convivir con la regla general de “quedarse en casa”. Incluso, esa gestión eficaz podría beneficiarse mucho si se esfuerza por interpelar, con políticas de comunicación específicas, los modos más radicales y exagerados de esa disidencia que constituyen los nuevos fundamentalismos negacionistas frente al covid-19.
Contra las imágenes decadentistas de la “falta de normas de los argentinos” y contra el triunfalismo de nuestra supuesta “civilización” o “solidaridad”, entendemos que es justamente en la distancia entre norma oficial y norma cotidiana donde se encuentran claves de la gestión pública de la pandemia.
Sin los valores oficiales como el “quedate en casa”, viviríamos en una colección de micro mundos morales disgregados. Sin esos códigos implícitos que nos permiten visitar a un amigo en un contexto de desesperación o a salir a ganarse el pan como se pueda en medio de la crisis económica, y hacerlo sin culpa, estaríamos en un mundo agobiante. El Estado entonces no es el que imparte el orden moral a una sociedad descarriada, como quiere un republicanismo ingenuo, sino quien gestiona esa complejidad entre normas oficiales que deben ser públicamente legítimas y los códigos implícitos que nos damos para sobrevivir.
Carla del Cueto y Nicolás Viotti
* Artículo publicado en la edición especial de Noticias UNGS, el 15 de julio de 2020.