¿cuáles son los aportes de la mejora continua en este contexto?, ¿cuál es su postura frente a las controversias que ha causado la pandemia en el mundo del trabajo y la producción?. Son algunos de los interrogantes que plantea la Investigadora Docente del IDEI, Cecilia Formento, en su artículo.
Cuando hablamos de Kaizen, Mejora Continua o Lean, hablamos de metodologías y herramientas que tienen su origen en el “modelo japonés” y llevan más de cuarenta años intentando aplicarse con éxito en las empresas de nuestra región. Si las pensamos como campo del saber, la filosofía Kaizen se conoce en su denominación argentina como Tecnologías de Gestión. Aplicar tecnologías de gestión es comprender los procesos y analizarlos con el propósito de identificar problemas de productividad.
Entre sus usuarixs y mucho más entre sus divulgadores, estas tecnologías reúnen adeptxs al borde del fanatismo, tanto es que pareciera que aplican no sólo a los procesos productivos sino a la vida misma como una solución mágica que podría transformar todos nuestros problemas. Como parte de ese grupo de divulgadores, también le reconozco muchas virtudes, pero prefiero situarme en la vereda de en frente para discutir con esa “varita mágica de salvación”...
Así comienza la nota de opinión de la ID donde nos comparte sus reflexiones acerca de la aplicación de la mejora continua, el modelo japonés, y nos desafía a pensar lineas de acción en el contexto actual.
COVID-19 | Crecen los contagios entre trabajadores ferroviarios
Los casos de trabajadores afectados que prestan sus servicios en los ferrocarriles siguen creciendo y se prevee que la cifra puede continuar en alza.
Frente a esta situación, las y los trabajadores muestran su preocupación a diario. En diálogo con FM La Uni, Alejandro Alvite, trabajador de la Línea San Martín brindó detalles sobre los contagios crecientes: “Lo cierto es que los casos se van multiplicando, en el Roca, que quizás fue el precursor de esto, ya hoy existen más de 25 casos, todos en distintas áreas ya no concentrado en un lugar como fue al principio. En el Urquiza ahora solo hay 3, en el Belgrano Sur 1, en el San Martín ya superaron los 21 casos y se están esperando resultados. A eso hay que agregarle el ferrocarril Sarmiento, que era el único que venía sin casos, en la última semana empezaron a aparecer algunos, en la estación de Moreno se incorporaron personal de limpieza y seguridad, hay un gerente internado en Ituzaingó que es el caso más grave y se fue propagando a tal punto que hay señaleros y personal de vía".
Actualmente, según los datos brindados en el último reporte diario de covid-19 del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, en la provincia hay 20366 casos confirmados, 3931 recuperados y 455 fallecidos.
A continuación, la nota completa:
Martes 23 de junio de 2020
Enseñanzas y aprendizajes docentes en la pandemia
Nerds inesperados
¿Qué plataforma estás usando para las clases? ¿Hiciste vivo de Instagram? ¿Se puede bajar el video después? ¿Usaste la encuesta del Moodle? ¿Alguien sabe cómo se hace para ponerle audio a una presentación de diapositivas?
Hace tres meses el chat de nuestro equipo docente explotó. Los mensajes comenzaron a llegar en cascada, desafiando las memorias de nuestros celulares. A cualquier hora circulaban preguntas, tips compartidos, tutoriales, links a todo tipo de recurso virtual. Los intercambios se parecían más a la mesa de ayuda de un canal de tecnología que a un espacio de trabajo entre profesionales de las ciencias sociales.
Desde que empezó la cuarentena quienes nos dedicamos a la docencia nos vimos obligados a aprender en tiempo récord a usar herramientas que hasta ahora no conocíamos (como las diversas plataformas de videoconferencias), o que nunca habíamos pensado como medios para dar clase (como las redes sociales) o que veníamos usando de manera sólo marginal (como el aula virtual de la universidad).
Estábamos lejos de estar bien equipados para hacerlo. Algunos, que habían tenido experiencias previas de docencia virtual y habían asistido a capacitaciones formales para ello, tenían más herramientas que el resto. Fueron nuestros primeros guías. Pero nuestra materia, con 40 comisiones de ingresantes de todas las carreras de la universidad, nunca había sido pensada como un curso virtual. Todas nuestras clases estaban diseñadas para desarrollarse en el aula, en interacción con los alumnos, con la tiza y el pizarrón como principales aliados.
La infraestructura tampoco era la ideal: algunos no teníamos conexión a internet hogareña, y dependíamos de datos móviles que se escurrían como agua cada vez que debíamos subir un video a nuestros estudiantes. Otros tenían un servicio inestable que se cortaba en el momento exacto en que debían transmitir una clase o responder consultas en un foro. Nuestros dispositivos también empezaron a flaquear cuando comenzamos a instalar aplicaciones nuevas cada semana.
Pero sobre todo, emprendimos todos estos aprendizajes y adaptaciones mientras nos ocupábamos de nuestros hijos pequeños –que ya no pasan una parte del día la escuela–, tratábamos de dar asistencia a nuestros padres dependientes –ahora grupo de riesgo– y vigilábamos las medidas sanitarias que mantuvieran a nuestras familias a salvo de la pandemia. Como muchos otros trabajadores, dejamos de salir de casa para ir a trabajar, pero trajimos el trabajo a casa. A una casa cuyo orden habitual había sido tan alterado como el de nuestros compromisos laborales.
No éramos los únicos en esa situación: los hogares de nuestros estudiantes –a quienes apenas habíamos llegado a ver personalmente una vez, justo antes del inicio del aislamiento preventivo, estaban atravesados por las mismas sacudidas, e incluso otras peores. Durante un mes, nuestro principal esfuerzo consistió en contactarlos a todos, encontrar canales de comunicación eficientes con ellos (que les resultaran familiares y fáciles de usar) y definir un modo de trabajo adaptado a la nueva realidad, que permitiera a la mayor cantidad de alumnos posible continuar con la cursada. ¿Cuántos y quiénes son los que están del otro lado? ¿Qué posibilidad real tienen de seguir las clases a distancia? ¿Qué estrategias funcionan y cuáles no?
En el aula, algo tan sutil como un murmullo, una risa contagiada o una irrefutable cara de aburrimiento funciona como una señal que nos permite a los docentes corregir el rumbo, volver sobre nuestros pasos y repetir una explicación o decidir hacer una pausa que habilite el descanso. Nada de eso estaba disponible ahora, y nos hacía mucha falta.
Conversaciones
Nuestro chat fue entonces no sólo soporte técnico, sino también espacio de catarsis. El inicio de la pandemia y su impacto en los distintos niveles del sistema educativo motivó en todo el mundo cambios normativos, reflexiones expertas y desafíos técnicos pero también, al menos en el ámbito de la docencia universitaria, el despertar de una conversación en gran medida novedosa.
En estos meses, hablamos con nuestros colegas y amigos sobre nuestra práctica docente mucho más que en cualquiera de los años anteriores (y probablemente más que en todos ellos sumados). El intercambio no se limita a quienes compartimos un mismo espacio de trabajo. Un colega que vive en otro hemisferio está buscando recursos audiovisuales para una de sus clases: lo publica en redes sociales y recibe comentarios y sugerencias de otros en situación similar. Un amigo que dicta clases en otra universidad, en una disciplina lejana, encuentra una buena aplicación de pizarra virtual y la comparte en un mensaje de teléfono. Alguien transmitió sus clases por un canal de Youtube y pone a disposición los links para que otros puedan aprovechar la experiencia. Un audio compartido detalla estrategias posibles de evaluación a distancia en asignaturas masivas. Una colega, profesora en una universidad privada, ofrece capacitaciones gratuitas sobre el uso de videoconferencias para la enseñanza de las ciencias sociales; en ellas se abordan tanto cuestiones técnicas como estrategias docentes para la virtualidad.
Como dice esta muy interesante nota de Public Books, un sitio dedicado a volver pública la producción académica en ciencias sociales y humanas, quienes somos investigadores docentes estamos muy acostumbrados a hablar con nuestros pares sobre aquello que investigamos. Una parte muy importante de nuestro trabajo consiste en contar a otros lo que hacemos y sus resultados, ya sea en workshops, en congresos o en papers. Conversar con otros sobre los problemas que enfrentamos en la investigación y cómo resolverlos es de hecho parte del éxito de nuestra tarea: no hay trabajo de campo o archivo que no deba algo al consejo o contacto precioso de un o una colega.
Llamativamente, no sucede lo mismo con la docencia: cada quien hace lo que sabe y lo que puede en la intimidad del aula, y esa actividad es rara vez motivo de conversación. No lo es sin dudas en términos institucionales: es por demás inusual que una reunión científica o una publicación académica dedique un espacio específico a los desafíos de la enseñanza de la rama en cuestión. Pero tampoco en círculos informales. Hablamos muy poco con los demás de nuestras clases y somos en general reticentes a compartir lo que hacemos en ellas.
El aula universitaria es un espacio público singular. Abierto en términos teóricos, pero sorprendentemente cerrado en términos prácticos. La mayoría de los profesores nos sentimos allí, curiosamente, en un espacio al abrigo de la vista de los otros –a excepción de la de nuestros estudiantes, claro. A veces lo abrimos a los más jóvenes que se aventuran al aprendizaje del oficio. Otras lo compartimos con algún colega con quien conformamos eso que bizarramente llamamos una “pareja pedagógica”. En ambos casos, no son situaciones mayoritarias.
En torno del aula universitaria, y de lo que pasa dentro de ella, hay mucho más silencio que palabras.
La salida es colectiva
Parte de lo que la pandemia hizo, al desbaratar nuestros hábitos y recursos habituales para dar clases, fue obligarnos a repensar esa tarea, a buscar nuevas estrategias. Pero sobre todo nos impulsó a iniciar una conversación con nuestros pares -los más cercanos y también los menos- sobre cómo damos clase y cómo podríamos hacerlo.
Con mis compañeros de Problemas Socioeconómicos Contemporáneos tuvimos más reuniones de equipo que en ningún otro semestre y dedicamos más tiempo que nunca a conversar sobre cómo damos o podríamos dar clases. Estábamos y estamos agotados, desbordados por nuestra propia realidad y la de nuestros alumnos (que suele ser mucho peor que la nuestra), pero también compartimos recursos como nunca antes.
Pasado el desconcierto inicial, superada la corrida contra el tiempo de esas primeras semanas en las que por un lado sentíamos que debíamos hacer todo de nuevo mientras que por otro nos esforzábamos por contactar a todos nuestros estudiantes, pudimos parar la pelota y juntarnos a pensar. Así fue que llegamos a armar pequeños equipos de trabajo, a diseñar recursos compartidos y a socializar experiencias.
En su estilo personal y generacional, y con las marcas de cada trayectoria profesional –ya que no todos tenemos la misma formación de base, cada docente abrió su caja de herramientas. Los trucos técnicos (y debemos decir que algunos compañeros son realmente virtuosos para eso) y también las estrategias didácticas.
Esa puesta en común no fue obra de un milagro. Se inscribe en una historia previa de discusiones colectivas y en un modo de trabajo que ya nos había llevado a producir una publicación que incluía, entre otros materiales, propuestas de actividades que habíamos discutido en conjunto.
Pero involucró algo más, que fue consolidándose a medida que se prolongaba la cursada virtual: la socialización de producciones que conforman un repertorio de clases que pueden ser utilizadas por todos los docentes del equipo.
Ese camino tuvo mucho de un hacer de la necesidad virtud: era necesario responder a tiempo a las exigencias de la cursada, en un momento en que estábamos lejos de tener las condiciones deseables para hacerlo. Pero el resultado fue mucho más virtuoso de lo esperado.
* * *
Hace mucho tiempo me dedico a investigar las crisis económicas. Parte de lo que ellas hacen es precisamente esto: ponen sobre la mesa lo que (hasta que ellas estallaron) era dado por sentado. Obligan a abrir las cajas negras de la normalidad. Por eso, entre otras razones, solemos decir que las crisis no solo destruyen; también resultan productivas.
Quiero creer que hay algo muy productivo en esto que hoy los y las docentes universitarios vivimos como catástrofe, y que en miles de sentidos lo es. Seguramente no suceda los mismo en los demás niveles educativos, y probablemente no sea perceptible para quienes realizan sus tareas en condiciones de extrema precariedad y desprotección laboral -para aquellos y sobre todo aquellas que hoy, más que hacer malabares, se desangran entre el trabajo y las tareas de cuidado. Pero creo que esta conversación activa sobre nuestro hacer cotidiano en las aulas (virtuales o no) importa.
Mucho se habla de cómo será la “nueva normalidad” que nos devuelva a las aulas. Si deberemos mantener las distancias, si transformará para siempre el modo de habitar esos espacios. Hay cosas que podremos elegir; otras que no. Repensar colectivamente nuestros modos enseñar debería estar entre las primeras.
Mariana Luzzi
* Artículo publicado en la edición especial de Noticias UNGS, el 16 de junio de 2020.
Martes 23 de junio de 2020
Obras: Invertir para lo que viene
La ampliación de la cantidad de actividades y servicios considerados esenciales en el marco de la emergencia sanitaria que vivimos en el país permitió que en la UNGS pudieran reiniciarse un conjunto de tareas de mantenimiento y de obras de infraestructura que habían debido suspenderse en el marco de las restricciones impuestas por el aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado ante la pandemia de covid-19. Noticias UNGS conversó sobre la reanudación de estas tareas con Pablo Toledo, Secretario de Administración de la Universidad, quien tiene bajo su órbita la Dirección de Infraestructura de la institución.
En un marco en el que las tareas de docencia, de investigación y de administración de la Universidad se vienen desarrollando de manera remota, era sin embargo muy necesario, explica Toledo, reanudar las obras que habían debido interrumpirse. “Es que la extensión de los plazos de las obras impactan en su precio. Cuando un contrato de obra pública se extiende, el contratista puede pedir la redeterminación del precio de la obra. Eso está previsto en la ley de Obra Pública y obliga a ajustar el precio en función de las variaciones de los costos. En un contexto como el actual, en el que no fue aprobado el presupuesto nacional 2020, salirnos de los presupuestos que teníamos previstos sería muy problemático. Por eso se hace imprescindible poder ejecutar las obras en los plazos establecidos”.
Entre esas obras se encuentran varias mejoras en el Multiespacio Cultural, que consisten sobre todo en la impermeabilización de las terrazas y en trabajos de carpintería, iluminación e instalaciones eléctricas, entre otros, para el escenario del auditorio. Además se trabaja actualmente en el refuerzo estructural de interiores y exteriores del edificio de la Biblioteca, en la instalación de nuevos espacios semi-cubiertos para la Escuela Secundaria, en la reparación de los juegos de madera exteriores de la Escuela Infantil de la Universidad, en la reparación de los senderos del campus y en la finalización de la primera etapa de reemplazo de toldos en las ventanas de los Institutos, de los módulos 1 y 7 y del edificio del Centro de Producción Audiovisual (CEPA).
Para hacer posible la ejecución y continuidad de todas estas obras en este contexto tan complejo, es indispensable la participación activa de las áreas de Compras y de Administración, el respaldo de la Dirección General de Sistemas y Tecnologías de la Información y la coordinación y el seguimiento de las obras por parte de la Dirección General de Infraestructura y también del Especialista en Seguridad e Higiene de la Universidad. Porque, en efecto, para la reanudación de las tareas de mantenimiento y de la obra pública en la UNGS fue fundamental “evaluar e implementar todas las recomendaciones y protocolos sanitarios y de seguridad e higiene necesarios, a fin de resguardar la salud e integridad de los trabajadores intervinientes”, asegura el Secretario de Administración.
Muchas de estas remodelaciones y tareas de mantenimiento habían comenzado a desarrollarse a principios de año en distintos espacios del campus de Los Polvorines, luego de que Universidad tomara la decisión, a través de un conjunto de “proyectos especiales” discutidos y aprobados a mediados de 2019, de invertir en el sostenimiento de la infraestructura existente utilizando recursos propios. “En los últimos años la Universidad atravesó un período de fuerte desinversión en materia de infraestructura como producto de las políticas nacionales, que desfinanciaron la obra pública, achicaron los presupuestos universitarios en el rubro de gastos de funcionamiento y obligaron a la rescisión y al congelamiento de muchas obras de gran envergadura, que tenían mucha importancia para la Universidad”, explica Toledo.
Antes de la implementación de la cuarentena lograron finalizarse varias de las tareas de mantenimiento que se venían desarrollando desde diciembre de 2019, con un importante impacto visual para la comunidad universitaria. Entre ellas se encuentran las tareas de pintura en las galerías de los Institutos y en las cabeceras del módulo 1 (que es el destinado a las oficinas del rectorado y la administración central de la Universidad), el reemplazo de membranas para una mejor impermeabilización en ese mismo módulo, el lavado y la limpieza de los techos de chapa de los edificios de los cuatro Institutos, el cambio de membranas, de losas y del acceso, así como un conjunto de reparaciones de zinguería en el viejo edificio de la Biblioteca y el armado de la estructura metálica y el interior del escenario del Auditorio “José Pablo Martín”, en el Multiespacio Cultural.
Entre las tareas realizadas para la optimización de los espacios de trabajo de la Universidad puede mencionarse la instalación de diecinueve equipos de aire acondicionado y de dos equipos centrales en distintas dependencias: en las salas de los servidores de cada Instituto, en los laboratorios de Química y de Informática, en las oficinas de la Secretaría de Planeamiento y Desarrollo Universitario y de la Dirección General de Asistencia al Consejo Superior, en el edificio del Centro Cultural, que funciona en la sede Roca de la Universidad, en San Miguel, en la y en diversas oficinas que no contaban con refrigeración. También se instalaron ocho puestos de trabajo en el espacio de la Fototeca, lo que se suma a la finalización, a fin de 2019, de la construcción de dos salas de reunión en la planta alta del Módulo I, obra esta última llevada a cabo por personal nodocente de la Dirección de Servicios Generales.
También se realizaron obras en el edificio de la Escuela Infantil de la Universidad, donde se instaló una nueva alimentación eléctrica, que será la definitiva, y un sistema de extracción de humo en la cocina, y en las instalaciones de la Escuela Secundaria, donde se realizaron mejoras y obras en pluviales, veredas, cámaras y tapas metálicas. En tanto, en el Taller de Usos Múltiples del Instituto de Industria se generó un espacio adecuado para la instalación de un banco de baterías a través de la realización de un cerramiento de construcción en seco, ignífugo.
En etapas
La UNGS tiene además previsto realizar otras obras en un futuro no muy lejano. Entre ellas hay que mencionar la puesta en funcionamiento de los sistemas contra incendios en el Campus y en la sede de la calle Roca, en San Miguel. Esta obra, que se encuentra en etapa de adjudicación, completará todo el sistema de detección y extinción de incendios en todos los edificios del campus y en el Centro Cultural. Prevé una inversión de $ 4.826.335, según lo establecido en el proyecto especial aprobado en 2019.
En el edificio del Centro Cultural, en la sede Roca de la UNGS, están previstos además una serie de trabajos de preparación para el inicio de distintas obras importantes, que mejorarán las instalaciones y volverá más adecuado el espacio de trabajo de los y las trabajadores. Por un lado, en las próximas semanas podría comenzar la obra de refuerzos estructurales y adecuaciones arquitectónicas en el edificio y en la fachada, una obra que complementará otras ya realizadas y que permitirá después llevar adelante la restauración del inmueble. Por otro lado, también está prevista la primera etapa de una obra de mejora de la instalación eléctrica del edificio con una inversión prevista, de acuerdo a otro de los proyectos especiales aprobados el año pasado, de $ 2.375.000.
Además la Universidad será una de las instituciones que participen de la primera etapa del relanzamiento del Programa de Infraestructura Universitaria del Ministerio de Obras Públicas de la Nación. Esto permitirá volver a licitar la obra del Módulo 10 del campus, destinado a laboratorios y talleres, que se encuentra suspendida desde diciembre de 2018, con un 16% de avance, debido a que a finales de 2018 el gobierno anterior discontinuó el financiamiento. “La Universidad realizó las gestiones necesarias para obtener el financiamiento y poder continuar la obra y lo obtuvo”, contó Toledo, y agregó que “la posibilidad de retomar el financiamiento y el re encauce de la obra permitirá incorporar al campus de la UNGS una superficie de aproximadamente 3095 m² cubiertos”.
La obra del Módulo 10 prevé una planta química y laboratorios de química, de máquinas eléctricas, de metrología, de materiales compuestos, de ensayos para la industria automotriz, de electrónica, de uso eficiente de la energía, de procesos industriales, de ecología, de microbiología, de biología, de microscopía y adquisición de Imágenes, de experimentación biológica, de procesamiento de muestras, de análisis químicos, de biología molecular y de física.
* Artículo publicado en la edición especial de Noticias UNGS, el 16 de junio de 2020.
Martes 23 de junio de 2020
Creatividad lingüística y pandemia
No es novedad que la situación de la pandemia que estamos viviendo, inédita por su carácter global y casi distópico que impacta en prácticamente la totalidad de las dimensiones de la vida cotidiana, constituye un objeto de estudio riquísimo para el análisis de numerosas disciplinas. A diario nos enteramos de investigaciones relativas a las características biológicas y epidemiológicas del virus, de desarrollos tecnológicos para la detección o el tratamiento de la enfermedad covid-19, de estudios sobre las implicancias sociales, culturales, educativas y psicológicas del aislamiento social, entre muchos otros.
También la prensa y los organismos que se ocupan de la descripción de las lenguas ofrecen información sobre el comportamiento lingüístico propio de esta época, especialmente los que tienen que ver con el léxico y el discurso: se distribuyen listas de nuevas palabras, se discute acerca de cuáles incluir en los diccionarios generales, se debate respecto de las propiedades gramaticales de algunas de ellas o se polemiza en torno a ciertos neologismos y usos discursivos.
Una de las propiedades de las lenguas naturales es la capacidad de renovación. Esta propiedad se ve muy claramente en el léxico, particularmente en situaciones críticas en las que se ve potenciada: los hablantes precisan denominar lo nuevo o lo extraordinario que está ocurriendo, pero también necesitan poder expresar lo que sienten, valorar o evaluar todo ello, de allí el aumento de las creaciones léxicas. Y en esta época, realmente histórica, la creatividad léxica o neología parece ser “exponencial”. Este carácter exponencial con el que se describe la expansión del contagio se observa, metafóricamente, en la cantidad de palabras que surgen día a día. En el equipo de investigación del PROLEX (Programa de estudios del Léxico, del Instituto del Desarrollo Humano de la UNGS), que constituye el nodo argentino de las Antenas Neológicas –red que se ocupa de la detección y análisis de neología de las variedades del español–, hemos registrado en el mes de marzo entre 30 y 40 neologismos. A principios de junio llevamos detectados más de 160.
La necesidad denominativa es imperiosa en múltiples ámbitos; la realidad se fragmenta en nuevas realidades y la lengua social acude a socorrernos con denominaciones. En la economía (coronabono, coronacrash, coronamoneda,), en la educación (edutuber), en la comunicación virtual (tiktokear, virtualizar, zoomear), en las prácticas sociales (aplausazo, cuerentenar, nueva normalidad) o en el ámbito del espectáculo (coronacomics, fandemia), por no mencionar en el ámbito médico (paciente 0, disgeusia, vacunología), se registran neologismos cada día. Estos neologismos parecen privilegiar fundamentalmente los recursos de composición (asilamiento horizontal, aislamiento social, cuarentena administrada, teleconsulta) la acronimia (coronial, sindemia), el calco (distanciamiento social, mercado húmedo) y, por supuesto, el préstamo (home office, zoomer). En la fase actual de la pandemia, la prefijación es más productiva: anticuarentena, poscuarentena, postpandemia, postvacuna, recontagio.
Ocurre también que palabras de baja o escasa frecuencia en el discurso coloquial se revitalizan y adquieren una frecuencia significativa. Y lo interesante es que al revitalizarse muy rápidamente dan lugar a neologismos compuestos, ilustrando así el carácter recursivo de las lenguas naturales: barbijo o tapabocas no son palabras nuevas, pero han adquirido un uso cotidiano; en poco tiempo fueron la base para una serie de neologismos: barbijo casero, barbijo quirúrgico, barbijo quirúrgico tricapa, barbijo social.
Los hablantes en situaciones concretas también echan mano de la neología para expresar opiniones, adhesiones o rechazos, y generan lo que suele llamarse “ocasionalismos”, formas que quizás no vuelvan a utilizarse: codivorcio, coronaloco, coronaniño, cuarenflex, cuarentregua, econovirus.
El carácter individual u ocasional de ciertas creaciones no siempre puede deslindarse con claridad de la dimensión ideológica del uso lingüístico. La voluntad de evitar el juicio negativo o la connotación despectiva lleva a recurrir a formas como barrio vulnerable. Pero en casos específicos, no se trata de “neología espontánea”, sino de lo que suele denominarse “neología planificada”: un grupo reducido de hablantes decide crear una denominación con la motivación específica de incidir en la realidad o en la sociedad, generalmente con un marcado sesgo ideológico. El término infectadura, acronimia de infectólogo y dictadura, tiene la ineludible función de expresar una posición ideológica pero, fundamentalmente, de construir una realidad social. Afortunadamente, la lengua tiene mecanismos de reacción rápida: cierto autor utilizó luego el neologismo infectocracia.
POR PROLEX* (Programa de estudios del Léxico)
*El equipo de la línea de trabajo sobre neología del PROLEX (Programa de estudios del Léxico), dirigida por Andreína Adelstein, está integrado por Marina Berri, Victoria de los Ángeles Boschiroli, Virginia Carrasco, Bibiana Castillo Benítez, María Celeste Florez y Julieta Straccia.
**Artículo publicado en la edición especial de Noticias UNGS, el 16 de junio de 2020.
Lunes 22 de junio de 2020
Entre huevos, tapabocas y arreglos de ropa | Cecilia Chosco Díaz en el Diario de Malvinas
En el marco de una pandemia, nuevas estrategias y nuevos hábitos comenzaron aplicarse en la vida de cada vecino. En una crónica para El Diario de Malvinas Cecilia Chosco Díaz, investigadora docente del Instituto de Industria de la UNGS, habla sobre la realidad Villa de Mayo, localidad de Malvinas Argentinas.
Economía política y coronavirus | Sebastián Sztulwark en Página/12
El nuevo capitalismo de la pospandemia, es el tema del reciente artículo del economista Sebastián Sztulwark publicado en Página/12.
"La pandemia del coronavirus parece haber logrado lo que no pudieron las más aguerridas masas de activistas: detener, aunque sea transitoriamente, la maquinaria capitalista", dice el investigador docente del Instituto de Industria de la UNGS, donde coordina el área de investigación de Economía del Conocimiento, y del Conicet.
El año pasado, el plenario del Consejo Interuniversitario Nacional instauró la celebración del 4 de junio como día de la Vinculación Tecnológica, en conmemoración, propuesta por la UNGS, del nacimiento del físico y tecnólogo argentino Jorge Sábato. En ese marco, las universidades nacionales nucleadas en la Red de Vinculación Tecnológica RedVitec acaban de llevar adelante una serie de actividades de debate, reflexión y promoción de la vinculación, que necesariamente tuvieron uno de sus ejes en la marcha y las consecuencias de la pandemia de covid-19 que sacude al mundo.
Tal como se plantea en la Resolución 1446/19 del CIN, la celebración del día de la vinculación tecnológica implica recordar el movimiento reformista del 18 a partir del cual la gran “innovación” de la institución universitaria fue la de abrir sus puertas a la sociedad y poner el conocimiento a disposición de la comunidad, sus problemas y necesidades. En este sentido, la vinculación tecnológica es hija del movimiento de “extensión” universitaria, con énfasis en la relación de la Universidad con los sectores productivos. El gran aporte de Jorge Sábato fue comprender y expresar, en su célebre “triángulo”, que esta relación no es unilineal, que necesariamente debe involucrar a un tercer actor, el Estado, y que tiene una finalidad muy concreta y clara, el desarrollo. Para Sábato, el desarrollo socio-económico es el resultado de la articulación de las actividades de tres sectores clave: “el gobierno, la ciencia-tecnología y la estructura productiva”.
Con este marco conceptual, que ya constituye el acervo científico-cultural de la universidad argentina, las universidades del país compartieron durante una semana de trabajo una cantidad de discusiones sobre las acciones realizadas en relación con la pandemia (y por extensión con otras enfermedades, como el dengue), la articulación entre Ciencia y Técnica, el sector salud y los capitales privados, las propuestas que se están analizando para la post-pandemia y otros temas de la agenda habitual de la vinculación tecnológica, como la cooperación regional, la evaluación y el impacto de experiencias o la formación de vinculadores tecnológicos. El acto central se realizó el mismo 4 de junio, organizado por la presidenta de la Comisión de Vinculación del CIN Agustina Rodríguez Saa, rectora de la Universidad Nacional de los Comechingones, y contó con la presencia del Secretario de Políticas Universitarias, Jaime Perczyk, de la presidenta del CIN Delfina Veirave, rectora de la UNNE, y del vicepresidente del CIN, el rector de la UNJu Rodolfo Tecchi, entre otras autoridades.
El secretario de Desarrollo Tecnológico y Social de la UNGS Oscar Galante coordinó un panel que contó con la participación de Manuel Marí, docente de Vigilancia Tecnológica y Prospectiva de la Maestría en Gestión de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación de la propia UNGS, de Enrique Medellín Cabrera, ex vinculador tecnológico de la UNAM de México y ex presidente de ALTEC, y de la presidenta del CONICET Ana Franchi. Por su parte, un conjunto de universidades nacionales con asiento en el conurbano bonaerense organizaron la mesa “La vinculación y transferencia en la reconstrucción social y productiva post pandemia”, donde participaron representantes de la UNGS, la UNAJ, la UTN (Facultad Regional Delta) y las UUNN de Avellaneda, Quilmes, Hurlingham, Moreno, Tres de Febrero, Guillermo Brown, Lanús, La Matanza, José C. Paz y el Oeste.
Este grupo de universidades viene trabajando desde 2018 en torno a un conjunto de problemáticas que les son comunes, y habían protagonizado ya un par de encuentros entre diciembre del año pasado y febrero del corriente. En ellos se acordó recuperar la idea de desarrollo sustentable como finalidad de la vinculación tecnológica, entendiendo que esta no es aséptica ni está guiada por el libre desarrollo de las fuerzas del mercado, sino que tiene el objetivo de promover el desarrollo, la justicia y el acceso a los avances tecnológicos en forma igualitaria. El territorio es el ámbito en el que se anclan los procesos de desarrollo, ya que en él se generan las proximidades que facilitan los procesos cooperativos entre los actores, la coordinación de acciones, la negociación de perspectivas y la elaboración colectiva de futuros comunes.
Este espacio interuniversitario se trazó el objetivo de “construir una visión común respecto de la articulación Universidad-Territorio” y promover “acciones conjuntas de un desarrollo tecnológico y social integral, inclusivo y transformador”. Las universidades son actores fundamentales en la transformación de los territorios en los que despliegan su tarea. Pero al mismo tiempo, como ninguna de ellas cuenta con un despliegue completo de todas las áreas y disciplinas científicas necesarias para promover el desarrollo integral de ese territorio, la vinculación debe realizarse en red, con múltiples actores, en forma asociativa y con proyectos inter y transdisciplinarios. La actual crisis sociosanitaria nos pone ante dilemas y desafíos que nos obligan a redoblar la apuesta. Las universidades tienen una legitimidad, una capacidad científica y tecnológica y un poder de convocatoria y de articulación que debe transformarse en compromiso y responsabilidad para hacer frente a esta emergencia.
En este marco, la UNGS está mostrando esas capacidades. En alguna renovación anterior de los materiales de este número especial de Noticias UNGS se mencionó la importancia de la aprobación, por parte de la Agencia Nacional de Promoción I+D+i, del proyecto “Prevención y monitoreo del covid-19 en municipios del Conurbano Bonaerense desde una perspectiva multidimensional”, y en la próxima se informará sobre la aprobación de cuatro proyectos presentados a la reciente Convocatoria Federal covid-19 del COFECyT del MinCyT. “Nos enorgullece” –dijo a Noticias UNGS el secretario Galante– “que estos cuatro proyectos, que representan a los cuatro institutos en los que se organiza la actividad académica de la Universidad, estén dirigidos por otras tantas mujeres investigadoras de esta casa: Analía Erbes, Magdalena Chiara, Nora Gluz y Ana Laura Fernández”.
Galante subrayó que “necesitamos fortalecer nuestra capacidad de auscultar las demandas, necesidades y carencias del territorio y promover su resolución desde la gestión del conocimiento, teniendo en cuenta que las demandas no existen en sí mismas, sino que, a partir de detectar las necesidades y carencias, hay que construirlas, sintetizarlas, sistematizarlas, conformarlas en articulación con los actores sociales”, y agregó que a esa construcción, como planteaba Sábato, “deben hacerla la Universidad y los demás sectores del conocimiento junto con el Estado y los actores de la producción. Nuestra gestión de gobierno nacional actual viene enfatizando su compromiso con el cuidado de la vida, el cuidado de las personas y la lucha contra el hambre. Tres de las principales consignas que deben marcar nuestras agendas de vinculación desde las universidades, en la comprensión de que no serán pasajeras sino que se extenderán por mucho tiempo”.
* Artículo publicado en la edición especial de la revista Noticias UNGS, el 16 de junio de 2020.
Lunes 22 de junio de 2020
Becas: Priorizar la continuidad
Sostener los programas de becas de la UNGS, cuando el confinamiento se sigue extendiendo, da cuenta del intenso compromiso de lxs becarixs y sus directorxs en la adecuación inmediata de su tarea a las condiciones de la virtualidad, y del ajustado acompañamiento de la institución en el fortalecimiento de los vínculos entre todos los actores que facilitan el cumplimiento de los planes de trabajo y el pago de los estipendios correspondientes.
Más de un centenar de becarixs, estudiantes y graduadxs de la UNGS continúan desarrollando sus planes de trabajo incluso durante el aislamiento social preventivo y obligatorio. La Secretaría de Investigación de la Universidad, desde los programas de Becas Académicas y Becas de Capacitación en Gestión Académica y en Servicios a la Comunidad y el programa, dependiente del Consejo Interuniversitario Nacional, “Estímulo a las Vocaciones Científicas”, acompaña un caudal de proyectos de trabajo que desarrollan estudiantes y egresadxs de todos los Institutos de la Universidad.
Desde la hora cero de la cuarentena, el horizonte de la Secretaría de Investigación fue priorizar la continuidad de estos trayectos, lo que no ha hecho más que reforzarse con la prolongación del confinamiento. “El mantenimiento del programa de becas académicas ha sido siempre una prioridad para la Universidad; incluso con las mayores restricciones presupuestarias, durante los años del macrismo, la política de la UNGS fue aumentar el número de becas a otorgar y crear nuevas categorías de becas con el objetivo de ampliar el programa”, dice Paola Miceli, Secretaria de Investigación, y agrega: “Este momento tan particular que estamos atravesando, en el que el aislamiento social condiciona el desarrollo de todas las actividades de docencia y de investigación, nos presenta el desafío de sostener y dar continuidad a nuestro programa de becas con mayor compromiso aún. Teniendo en cuenta la situación de crisis social que atravesamos, el programa permite que un conjunto de estudiantes y graduadxs, a través de los estipendios de las becas, sigan avanzando en su formación y carrera académica”.
El total de los estipendios destinados por la UNGS a los beneficiarios de este programa representa un porcentaje importante del presupuesto de la Universidad: entre el 12% y el 14% (sin tener en cuenta las becas de estudio u otras becas extraordinarias). Los montos se actualizan año a año en relación con la paritaria docente, lo que significa, dice Miceli, “que el estipendio de las becas UNGS es más alto que el de las becas que ofrece el sistema de Ciencia y Técnica a nivel nacional”. Para Florencia Carusela, representante del Instituto de Ciencias (ICI) en la Comisión de Becas de la Universidad, la continuidad de las actividades está ligada a los nuevos desafíos que genera la modalidad virtual, y como “cada mes son los directores quienes avalan el trabajo llevado adelante, es fundamental que los becarios refuercen el nivel de comunicación con sus directores respecto de las dificultades que pudieran presentarse en el desarrollo de sus tareas durante esta cuarentena. A su vez, se torna necesario intensificar el acompañamiento realizado por los directores”. El trabajo de las próximas semanas o incluso quizás meses, de acuerdo a cuánto se extienda el confinamiento en el AMBA, para Carusela también plantea otros desafíos, ya que “probablemente algunas actividades requieran readecuaciones, especialmente aquellas que necesitan indefectiblemente de la presencialidad, como es el caso de las actividades experimentales, de campo o frente al aula”.
Fortalecer los lazos de trabajo
Reglamentariamente, en los procesos que permiten a cada uno de los programas desarrollarse intervienen diversos actores, con una perspectiva intensamente democrática. En ese ir y venir de las actividades que cada becarix está comprometido a llevar adelante, lxs investigadorxs docentes, en funciones tan diversas como las de dirigir una beca, representar a su instituto en el corazón de la Comisión de becas, evaluar las postulaciones, los informes de avance y finalización, se dimensiona el compromiso de la universidad pública en la formación plena de profesionales.
En la articulación de todos ellos, la Dirección General de Desarrollo de la Investigación y Carrera Académica hace hincapié en facilitar y adecuar los movimientos de documentación propios del área, en sostener la presencia activa de lxs integrantes de la comisión de becas y la actitud de asesoramiento permanente de todo el equipo de trabajo en vistas de resolver los imprevistos de la no presencialidad. Para ello, la plataforma UNGS Activa ha sido una herramienta vital. “Llevamos adelante un acompañamiento intensivo respecto de lxs becarixs, especialmente en estos meses”, dice Miceli, y anticipa que están elaborando una pequeña encuesta destinada a becarixs y directorxs para relevar necesidades y problemas, en línea con el objetivo fundamental de fortalecer los lazos de trabajo entre todos los actores para minimizar las incertidumbres que genera el contexto.
Las becas académicas y la articulación con las becas CONICET
Al finalizar el mes de febrero, poco más de 65 becarios (de los cuales el 73% son estudiantes y el 27% graduadxs recientes) le dieron cierre a la convocatoria 2019 del programa. Con la presentación de sus informes finales, el ciclo de evaluaciones que se avecina sobre dicha convocatoria abre nuevas expectativas sobre lo que, para la Secretaría de Investigación, es fundamental. “Lo que advertimos en estos últimos años”, dice Miceli, “es que tanto estudiantes como graduadxs han tomado al programa como una valiosa estrategia para el despliegue de su carrera académica (cada vez más aplican a las distintas categorías que ofrece el programa, al estilo de una carrera) y nos sentimos muy orgullosxs porque se viene produciendo una articulación estimulante entre nuestro programa de becas y las becas del CONICET”. En la última convocatoria del CONICET hubo 25 presentaciones de la UNGS, de las cuales 12 tenían trayectos previos en el propio sistema de becas de la Universidad, y 11 de lxs postulantes la obtuvieron. El 1º de marzo pasado, 68 beneficiarixs del programa de becas académicas dieron inicio a su beca (48 estudiantes y 20 graduadxs). Este programa contempla, además de las categorías de becas con una duración de 12 meses, otras que se extienden por 24, por lo que continúa su trabajo un grupo de becarios de la convocatoria anterior. En total, se benefician hoy 73 integrantes de la comunidad educativa. ¿Cómo lo hacen en contexto de pandemia?
La pantalla es el aula
Todas las categorías que se concursan en este programa están articuladas con actividades de docencia, lo que para Miceli “es muy virtuoso, porque profundiza la formación en la docencia (formación que suele ser dejada de lado en la mayoría de los sistemas de becas del país) preparando así a lxs más jóvenes para incorporarse con más elementos al sistema educativo en sus diversos niveles. Si bien ha exigido un trabajo de flexibilización y reacomodamiento por parte de docentes y becarixs, estos últimos están desarrollando las actividades planificadas –y otras no imaginadas– enriqueciendo con su participación esta compleja cursada”, cuentan Mónica Alabart y Carolina Zapiola, quienes dirigen y co-dirigen a Micaela Veneri y Sebastián Aguiló (estudiantes del profesorado de historia) en la categoría inicial del programa: “En función de garantizar el contacto con los estudiantes, armaron con cada comisión grupos de whatsapp que ellos mismos coordinan. Esta estrategia permitió una comunicación cotidiana e inmediata de las cuestiones formales que hacen al desarrollo de la cursada, al mismo tiempo que habilitó un canal de intercambio y acercamiento entre estudiantes y becarios”.
“Lo que puedo advertir hasta ahora”, dice por su parte Eleonora Dell’Elicine, codirectora de Eliana Rodríguez en una beca para graduados que comenzó en 2019, “es que en el repliegue a la virtualidad no nos vimos obligadxs a recrear los códigos desde la nada, sino a instalar como principales prácticas y canales que antes de la pandemia eran complementarios. Buena parte de ese logro se debe justamente a la becaria, que en una beca anterior (como estudiante) propuso organizar no sólo el aula virtual sino también un perfil de FB que funciona en paralelo, y a través de ellos poner a disposición la bibliografía que ella misma digitaliza, el material de apoyo, el foro de consultas…”. Teniendo en cuenta que los planes de trabajo contemplan actividades de formación dentro y fuera del aula, Alabart y Zapiola consideran que, en relación con las primeras, la situación actual no generó grandes cambios: “Hemos mantenido reuniones en forma virtual para seleccionar y discutir bibliografía, planificar el abordaje de los contenidos y plantear la elaboración de materiales didácticos. Al mismo tiempo, cada becario comenzará, en breve, un trabajo de relevamiento, lectura y profundización bibliográfica sobre temas de su interés para la realización posterior de un informe de lectura y para enriquecer el dictado de sus clases, que tendrá lugar, como establecimos en sus respectivos planes, durante el segundo semestre de 2020”.
Es para destacar el punto de encuentro de becarixs y directorxs en la redefinición conjunta de las estrategias de trabajo para el desafío que implica el nuevo contexto y la puesta en valor de la experiencia digital y tecnológica que poseen lxs becarixs, protagonistas de una generación nacida bajo el imperio de dichas herramientas. “Los becarios han realizado un trabajo fundamental, reconocen Alabart y Zapiola, colaborando en la actualización permanente del aula virtual, con la renovación de la bibliografía digital y el armado de una carpeta con las clases –teóricas y prácticas– y materiales en audio y video producidos por las docentes a lo largo de la cursada. En las clases virtuales sincrónicas tienen un rol clave organizando todos los aspectos técnicos de la reunión y participando en la elaboración de materiales didácticos”. Para Dell’Elicine, el impacto del repliegue a la virtualidad fue sobre el vínculo con la docencia: “la presentación clásica de un tema en el práctico con bibliografía especializada, que es la actividad que anuda investigación y docencia, obviamente no se pudo materializar”. Sin embargo, dice, “en las tomas de decisión y estrategias para administrar la incertidumbre, las opiniones de la becaria y del adscripto fueron especialmente buscadas, en la medida que están en condiciones inmejorables para evaluar la eficacia del mensaje tanto desde la proposición pedagógica como desde las posibles recepciones de los estudiantes”.
Otros programas, más becarixs
Luego de 12 meses de trabajo, mayo también fue un mes de cierre para lxs becarixs del programa Estímulo a las Vocaciones Científicas de la convocatoria 2018, destinado a estudiantes universitarixs de grado que inician su formación en investigación. Nueve estudiantes de la UNGS egresaron de este programa anual del CIN, con un antecedente en investigación de alta valía en el sistema. Este programa ya cursó la convocatoria 2019 y la UNGS fue sede, por primera vez, del operativo de evaluación de postulaciones correspondientes a universidades de la Región Metropolitana. En marzo, y durante dos jornadas de trabajo coordinadas por la Dirección General de Desarrollo de la Investigación y Carrera Académica de la UNGS, visitaron la Universidad 69 investigadorxs docentes de las 16 universidades nacionales que integran la regional. Organizadxs en 5 comisiones (Ciencias médicas y de la salud, Humanidades, Ciencias Sociales, Ingenierías y tecnologías, y Ciencias naturales y exactas), evaluaron un total de 661 postulaciones.
Este año, la beca EVC del CIN incorpora 13 estudiantes de la UNGS que iniciarían su formación en investigación el próximo 1º de agosto. Otros 30 beneficiarixs activxs se encuentran contenidos en el programa de becas de Capacitación en Gestión Académica y en Servicios a la Comunidad que, a diferencia de la periodización anual que sostienen los programas de becas ya referidos, abre sus convocatorias de acuerdo a las necesidades específicas de los Institutos y unidades del Rectorado. Lxs becarixs se desempeñan en áreas tan diversas como la Unidad de Biblioteca y Documentación, el Museo Interactivo, el Centro Cultural y el Centro de las Artes (Secretaría de Cultura y Medios), la Dirección de Servicios y Acción con la Comunidad (Secretaría de Desarrollo Tecnológico y Social) y el Programa de Políticas de Género (Secretaría General).
Cuando la presencia de la Universidad se intensifica para sostener el trabajo de lxs becarixs, facilitar el desarrollo de sus planes de trabajo y acompañarlxs en la resolución de problemas y carencias, así como para reconocer conocimientos y prácticas (en otro momento no necesarios) que ponen a disposición para el desarrollo de sus actividades, se trasluce la virtuosidad de una comunidad educativa. Y como bien dijo Dell’Elicine, “desde un punto de vista formativo, la exacerbación de incertidumbre que significa esta coyuntura de pandemia puede dejar algunas cosas positivas: investigar es lanzarse a una incertidumbre, enseñar también. Buena parte del oficio que están eligiendo es administrar este vacío. No hay fórmula ni receta, no hay título ni diploma que ahorre el ponerse a pensar”.
Tamara Pachado
* Artículo publicado en la edición especial de Noticias UNGS, el 16 de junio de 2020.
Lunes 22 de junio de 2020
Seguir deliberando | Los Consejos de Instituto de la Universidad volvieron a sesionar
Los Consejos de Instituto de la Universidad volvieron a sesionar. En diálogo con Noticias UNGS, les decanes de los cuatro institutos en los que se organiza la vida de la UNGS: del Instituto de Industria Néstor Braidot, del Instituto del Conurbano Andrea Catenazzi, del Instituto de Ciencias Patricia Dip y del Instituto del Desarrollo Humano Flavia Terigi compartieron sus impresiones luego de la particular experiencia llevada a cabo de manera remota. De forma unánime celebraron la posibilidad de recuperar este espacio de deliberación y toma de decisiones fundamentales en este inédito contexto de crisis.
En la sesión plenaria del Consejo Superior del 13 de mayo pasado, la primera realizada de modo virtual desde que fueron suspendidas las actividades presenciales en la Universidad, se trató y se aprobó la propuesta para el funcionamiento excepcional de ese órgano de gobierno. Esa normativa permitió a su vez reglamentar y habilitar el funcionamiento, utilizando esa misma modalidad, de los consejos de los cuatro institutos de la UNGS.
Cada consejo de Instituto es presidido por el/la decano/a y está integrado por representantes (veinte, con voz y voto) de todos los claustros de la Universidad: investigadores docentes (profesores y asistentes), estudiantes, nodocentes, graduades, un representante por la comunidad con voz (puede participar de las discusiones) pero sin voto y un representante de cada uno de los otros tres institutos, que también tienen voz pero no votan.
Luego de varios meses sin sesionar (las últimas sesiones fueron en febrero), los consejos retomaron su actividad en la segunda mitad de mayo. En sus informes de gestión, les decanes coincidieron en caracterizar la compleja situación atravesada a partir del aislamiento social: las urgencias afrontadas para adaptar y continuar con el dictado de clases, el esfuerzo de le las y los estudiantes, las dificultades de trabajadoras y trabajadores para sostener las tareas desde sus hogares y las limitaciones de la tecnología. Destacaron además el compromiso de los equipos, la necesidad de ampliar las estrategias pedagógicas y el desafío que plantea un regreso a la presencialidad en un escenario de fuertes incertidumbres y teniendo que cumplir las condiciones de higiene y distanciamiento que impone la pandemia.
“El mundo que conocimos ya no existe. Abandonamos la Universidad en unas condiciones y cuando podamos retomarlas será una situación completamente distinta”, planteó la decana del Instituto de Ciencias (ICI) Patricia Dip en su informe de gestión, y agregó: “En un contexto tan adverso nos resulta fundamental que los máximos órganos de gobierno de la Universidad, tanto el Consejo Superior como los Consejos de Institutos, puedan sesionar porque de esa manera vamos a garantizar que las decisiones que tengamos que tomar sean discutidas, debatidas y ampliamente consensuadas”
En el informe que brindó al inicio de la sesión, el decano del Instituto de Industria (IDEI) Néstor Braidot planteó que el momento absolutamente extraordinario que estamos viviendo impacta en todas las actividades que la UNGS realiza. “En medio del desconcierto, la gente se sumó a trabajar desde sus casas en situaciones que no solo no eran óptimas, sino que eran muy complicadas. Lo hicieron en medio de tareas de cuidado de niños, de herramientas compartidas con toda la familia, con espacios no exclusivos para trabajar. Y lo hicieron con gran compromiso”, agregó Braidot.
Para la decana del Instituto del Conurbano (ICO) Andrea Catenazzi, los acuerdos básicos de trabajo se pusieron “en suspenso”: “Las clases en el campus, las reuniones de trabajo, las investigaciones, los informes, todas esas rutinas debieron ser revisadas y reemplazadas, solo el esfuerzo personal y familiar, la creatividad y el compromiso solidario hicieron posible actuar en el nuevo contexto. Fue necesario abrir espacios de intercambios para cuidarnos, mientras continuábamos las clases y respondíamos al impacto de la pandemia en el territorio.”
“En el Instituto del Desarrollo Humano (IDH) celebramos la posibilidad de encontrarnos y gobernar conjuntamente, habiendo superado con la ayuda de la tecnología las dificultades que nos genera el distanciamiento”, expresó la decana Flavia Terigi, y también dijo que “como universidad hemos tenido que sortear escenarios no solo cambiantes sino también inciertos, y sin embargo seguimos adelante”.
Los consejos de Instituto intervienen en numerosas decisiones, y en estos primeros encuentros, luego de varios meses sin sesionar, la mayor parte de las resoluciones tomadas fueron sobre contrataciones docentes, ampliaciones horarias, licencias y renuncias. También se aprobaron proyectos de servicios a la comunidad, oferta de formación continua y de posgrado, así como informes de avance y finales de proyectos de investigación y propuestas de publicación de obras. En los cuatro consejos se ratificaron resoluciones ad referéndum del decanato, que en gran medida fueron previamente consensuadas con diversos actores o tratadas en avance en comisión, y estuvieron en un amplio porcentaje relacionadas con garantizar la continuidad pedagógica una vez declarada la cuarentena. El CICI trató la propuesta de designación del investigador docente Luis Beccaria como Profesor Consulto, que fue votada afirmativamente por unanimidad.
Las cuatro autoridades coincidieron en destacar la importancia de recuperar el funcionamiento de los consejos. El decano del IDEI enfatizó que por primera vez los representantes de los diferentes claustros e instancias institucionales participaron de sesiones en la que cada integrante se encontraba en un lugar físico diferente, aunque compartiendo el mismo compromiso por la tarea encomendada que en las sesiones, históricamente, presenciales”. Braidot sostuvo también que “si bien las acciones desarrolladas y decisiones tomadas desde que se declaró el aislamiento obligatorio tuvieron procesos de alta participación, la reanudación de la actividad del máximo órgano de gobierno del Instituto, el CIDEI, es una expresión del valor que otorgamos a la deliberación, a la diversidad de ideas y enfoques y a todas las voces de los miembros de su comunidad”.
En sintonía con esa posición, Terigi agregó: “aunque las autoridades ejecutivas (rectorxs, decanxs) debamos tomar decisiones para sostener el funcionamiento institucional, nos incomoda hacerlo sin la base de deliberación, de disputa y de construcción de consensos que es central en el gobierno universitario. Necesitamos mantener las discusiones que se requieren para tomar las mejores decisiones posibles”.
Las sesiones contaron con un gran trabajo de preparación previa y de acompañamiento en simultáneo de los equipos de personal de las Direcciones Generales de Coordinación Técnico Administrativa (DGCTA) de cada Instituto, y la asistencia técnica de la DGSyTI, que permitió el desarrollo en la virtualidad sin inconvenientes y fue muy reconocido por les decanes.
“Cuando se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, para nosotros nunca fue una opción discontinuar las actividades habituales que la Universidad desarrolla”, afirma Dip. “No solamente porque creemos que la Universidad tiene una responsabilidad en la garantía de los derechos de los estudiantes, tenemos que formar estudiantes, no solo por cuestiones de orden académico sino porque también consideramos que la universidad crea subjetividad, y la subjetividad que queremos crear es una subjetividad solidaria.
Bajo esa premisa, la Universidad, los Institutos, vienen trabajando fuertemente con sus estudiantes en torno a la continuidad pedagógica, no como un eslogan sino como una forma de interpretar qué entendemos por derecho a la educación superior en este contexto de pandemia, poniendo en primer lugar el cuidado de la salud. La heterogeneidad de experiencias de la virtualidad, no puede ocultar las desigualdades que provoca, por eso la Universidad, a través de sus espacios de deliberación y sus equipos de gestión, está poniendo su atención en identificar a aquellxs estudiantes que requieran un acompañamiento especial.
Sobre los saberes que requiere hacer frente a estas nuevas desigualdades, Terigi relata que ya hay equipos de la Universidad procesando esta crisis, que ha cambiado mucho de lo que en la Universidad se hace y del modo en que se lo hace: “Han cambiado sustancialmente las condiciones en las que lxs docentes damos clases y en que lxs estudiantes cursan sus materias, y cambiaron las estrategias para reorganizar la enseñanza en estas nuevas condiciones”.
Por último, en relación con los desafíos que los órganos de gobierno deberán incorporar a su deliberaciones, Catenazzi destaca: “hoy sabemos que el período de aislamiento se prolonga, sabemos que en el área metropolitana de Buenos Aires la situación sanitaria es especialmente crítica y que la enseñanza universitaria no será una de las primeras actividades que volverán a la presencialidad y en este contexto, todavía incierto, pero menos sorpresivo, tenemos la responsabilidad de reflexionar sobre lo hecho, revisar prioridades y en esto estamos”.
* Artículo publicado en la edición especial de Noticias UNGS, el 16 de junio de 2020.