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Reseña | 1852. Guerra, capitalismo y nación

1852 como bisagra: capitalismo, guerra y nación en el largo siglo XIX argentin

1852. Guerra, capitalismo, nación, de Ana Clarisa Agüero, constituye una intervención original y poderosa en el campo de los estudios históricos argentinos. Inscripto en la serie Años cruciales, este libro no solo revisita el significado de un año icónico en la historia nacional, sino que lo reinterpreta desde una clave más amplia, que articula historia política, historia social y cultural y una lectura profundamente atenta a las transformaciones estructurales del orden estatal y capitalista.

La serie Años cruciales, publicada por Ediciones UNGS, propone una mirada renovadora de momentos nodales en la historia argentina, respeta las cronologías escolares y de los mitos historiográficos cristalizados pero buscando resignificarlos y agregarles sentido. No se trata de una cronología monumental ni de un panteón de fechas patrias, sino de la exploración de coyunturas críticas desde las cuales repensar el devenir nacional. En esa lógica, el año 1852 no es aquí simplemente la fecha de la batalla de Caseros o del final del rosismo, sino el punto de condensación de múltiples procesos: la reconfiguración del poder político regional, la emergencia de un nuevo orden de dominación capitalista, el rol de la guerra civil como motor de acumulación y la tensión irresuelta entre nación y Estado.

Ana Clarisa Agüero propone una mirada compleja del período que rodea a Caseros, evitando tanto la simplificación heroica como la narrativa puramente institucionalista. Con sólida base documental y una prosa clara y argumentativa, el libro analiza los conflictos armados no solo como enfrentamientos entre caudillos o facciones, sino como guerras en las que se pusieron en juego formas específicas de organización económica, dispositivos de control social y matrices culturales de legitimación del poder. En este sentido, 1852 aparece como punto de inflexión de un largo ciclo de violencias internas, pero también como el inicio de una lenta sedimentación de prácticas estatales y racionalidades administrativas que marcarán el rumbo de la Argentina liberal.

Un eje central del análisis es el modo en que la guerra y la violencia política se articularon con los intereses económicos emergentes. La autora no se limita a narrar los hechos políticos; interroga las transformaciones materiales, las mutaciones en la propiedad, la circulación y la fiscalidad. De este modo, la nación no es aquí un proyecto ideológico o una categoría abstracta, sino una construcción conflictiva anudada a procesos económicos, disputas territoriales y formas concretas de ejercicio del poder.

El abordaje interdisciplinario que atraviesa el libro —en diálogo con la historia cultural, la sociología histórica y la teoría política— permite además discutir la periodización tradicional de la historia argentina. Agüero muestra cómo muchos de los elementos asociados al “orden liberal” posterior a 1860 tienen antecedentes en los mecanismos puestos en marcha en la transición posrosista. La década de 1850 se revela así como laboratorio de prácticas estatales, de formas de coerción y de articulaciones regionales que escapan a las fórmulas teleológicas del progreso.

En ese marco, la serie Años cruciales cobra particular relevancia como apuesta editorial e historiográfica. Cada volumen de la colección —centrado en un año o un pequeño conjunto de años— funciona como una lente para observar transformaciones de largo aliento. Esta estrategia permite desmontar narrativas fijas, cuestionar la linealidad del relato nacional y reinscribir la historia argentina en un horizonte más abierto, plural y conflictivo. Al abordar 1810, 1945, 2001 o, como en este caso, 1852, los libros de la serie no solo hacen foco en momentos clave, sino que rehacen las preguntas, actualizan los debates y abren nuevas vetas de interpretación.

La elección de 1852 es, en este sentido, ejemplar: se trata de una fecha cargada de simbolismo político, pero también de zonas opacas y transiciones esquivas. Agüero logra iluminar esas zonas con una mirada atenta a las continuidades tanto como a las rupturas, y su lectura interpela al presente, en la medida en que pone en cuestión los cimientos del orden estatal, las formas de acumulación y las violencias que atraviesan la historia nacional.

1852. Guerra, capitalismo, nación no es solo un aporte al conocimiento de un período histórico, sino una herramienta para pensar críticamente las formas en que se ha narrado y se narra la historia argentina. Como en los mejores trabajos historiográficos, el pasado se convierte aquí en campo de disputa y fuente de interrogación para el presente.

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