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La política educativa de los gobiernos militares de Argentina (1943-1946) y Colombia (1953-1957) ¿Una vía para la derechización?

Gineth Álvarez Satizabal

Este texto pretende continuar con la reflexión expuesta en el taller[1] sobre algunas cuestiones problemáticas: ¿cuáles son los principales lineamientos de las políticas educativas impulsadas por los gobiernos militares de Argentina y Colombia en los periodos de estudio?, ¿es posible hablar de una derechización de la política educativa en estos casos? De ser así, ¿qué elementos podrían llegar a componer esta noción?, y ¿qué tipo de límites o aperturas genera el uso de dicha categoría en un ejercicio de interpretación comparado?

Esta reflexión intenta por lo tanto, insertarse en el estudio de las políticas de derecha en América Latina en perspectiva comparada. Como hipótesis inicial se propone, en primer lugar que en estos dos regímenes la educación se planteó como un campo[2] en tensión y disputa. Las tensiones son producto de las resistencias entre el modelo tradicionalista heredado de la tradición católica y la modernización que traían consigo nuevas formas de intervención estatal en aspectos como la planificación (Figueroa 2002) y la ampliación de la educación, el combate al analfabetismo y el desarrollo de la educación técnica. La segunda hipótesis de esta reflexión es que la derechización de la política educativa en estos casos transcurrió con la incorporación o fortalecimiento de ciertas prácticas y discursos de la educación en modelos de gobierno corporativistas, anti-liberales, anti-pluralistas y fuertemente religiosos. En una perspectiva comparada dicha categoría permite identificar las continuidades para el caso colombiano y ciertas rupturas para el caso argentino en algunas cuestiones. La derechización se expresó en tres dimensiones: el control de las ideas, la clasificación de los saberes y la recristianización. La categoría en un ejercicio de historia comparada ofrece una ventaja muy importante, ya que propicia dos niveles de comparación: uno externo, entre los casos analizados; uno interno, desarrollado por una mirada histórica de más larga duración para identificar una periodización propia del caso.

Analizar estas políticas educativas permite identificar algunos de los mecanismos empleados por los gobiernos analizados para eliminar el debate sobre otras educaciones posibles. En este sentido, desnaturalizar lo nacional desde una perspectiva comparada permite no sólo identificar las particularidades, sino también los puntos de encuentro (Barros 2007, Theml y Bustamante 2007). El objeto de un análisis comparativo es desnaturalizar el consenso en torno a la idea de lo nacional es procurar conocer más allá de qué y cómo ocurrieron los hechos para conocer el por qué en un país ocurrió un fenómeno con determinada intensidad y en el otro no (Bohoslavsky 2010). Se pretende por lo tanto seguir una perspectiva diferenciadora e individualizadora, con el fin de prestar especial atención al surgimiento de particularidades de cada caso (Barros 2007).

Los elementos que se tienen en cuenta para la definición de estos casos como gobiernos de derecha provienen de su identificación según su marco de referencia inmediato (McGee 2005:21). En estos casos se ha partido de su contextualización y sus manifestaciones en las relaciones entre el Estado, la Iglesia y otros actores de la educación, así como de la cercanía y adhesión por parte de los gobiernos al conservadurismo en Colombia y el nacionalismo en Argentina. Además, se han tenido en cuenta sus ideas y expresiones autoritarias en el marco del pensamiento de derecha (Romero 1970) sobre las cuestiones relativas al orden social, así como su expresión de nacionalismo exacerbado y el posicionamiento de las fuerzas militares como renovadoras.

Este texto se encuentra dividido en tres apartados. En el primero se realiza una corta contextualización de los gobiernos analizados y a su vez se presenta un breve recuento de las discusiones en torno a la educación y las principales tendencias políticas previas. En el segundo apartado se caracteriza la política educativa de los casos y se propone el ejercicio de aplicación de la categoría derechización. El último apartado presenta algunas de las ideas generadas a partir de este trabajo de reflexión.

Contextos: los gobiernos y la educación como campo en disputa

Este apartado tiene como principal interés presentar una corta contextualización de los gobiernos militares analizados y ofrecer una mirada de más largo plazo que procure identificar cómo se configuró en los dos casos la educación como un campo entre actores tanto a nivel de los Estados como de la educación. El gobierno del GOU en Argentina impuso por medio de un golpe de estado el 4 de junio de 1943 una dictadura comandada por el grupo de militares, quienes en los tres años de régimen se van a suceder entre sí en el poder. Por medio de elecciones democráticas realizadas en febrero de 1946, este gobierno fue sucedido por Juan Domingo Perón. Desde sus inicios el régimen militar contó con la participación de grupos nacionalistas y de la jerarquía católica en sus cuadros de gobierno y ejecutó políticas autoritarias como el fuerte control al comunismo, la disolución de los partidos y la clausura del Congreso (Rouquié 1982, Lvovich 2003).

Los grupos nacionalistas fortalecieron su presencia desde los años treinta con discusiones sobre el ámbito político. Ghio (2007:70) señala que el eje del encuentro entre el nacionalismo y el catolicismo fueron tres cuestiones: la oposición al liberalismo, las preferencias por el corporativismo y la reinterpretación del sentido de la “argentinidad” asociado a las raíces hispánicas. Surgieron diversos grupos que buscaban crear un orden jerárquico, no plural, antiliberal y antidemocrático, en el que la ley se encontrara subordinada a las iniciativas de la Iglesia, ente que en el mismo periodo tuvo un gran desarrollo institucional al potenciar la emergencia de un catolicismo popular que ampliara sus discursos y su presencia en la sociedad. Ello fue evidente en la celebración del Congreso Eucarístico de 1934, evento que sirvió como eje potenciador de la identidad católica. Además se estimuló la divulgación de la prensa del sector y la creación de nuevas revistas con el interés por parte de los dirigentes de dar un sentido único, o al menos más coordinado, a los diferentes focos de expresión católica (Echevarría 2008:66) y a las intervenciones en el ámbito público.

Estas referencias permiten ubicar el problema de la recristianización del Estado y de la educación en el contexto argentino como una tendencia previa a la irrupción del GOU en el poder. De hecho es posible agregar que debido a la presencia de grupos nacionalistas, a la creciente participación por parte de la iglesia en la vida pública y el tipo de discusiones políticas que se generaban existía un clima tendiente hacia la derechización de la cultura política argentina desde los escenarios descritos anteriormente (Ghio 2007).

En el campo especifico de la educación, el debate se encontraba signado entre la definición de una escuela laica o católica, lo cual representaba ante todo una ruptura entre la Iglesia y el régimen liberal (Zanatta 1996:307). Si bien en la década de 1930 la educación seguía principalmente en manos del Estado, el sistema comenzó a perder paulatinamente sus rasgos de neutralidad ideológica con la implementación de medidas como las de Ing. Octavio Pico, quien a cargo de la dirección del Consejo Nacional de Educación a comienzos de la década, puso en marcha la reinterpretación de la ley 1420. Con ello cual logró que se implementara la cátedra de Moral, que en algunos casos permitió la enseñanza religiosa (Tedesco 1993:245). A esto se sumaron experiencias previas en provincias como Buenos Aires, Catamarca, Santa Fe (Pittelli y Somoza 1997:51), Salta, Corrientes (Zanatta 1996:173) y Córdoba, que agregaron el área de enseñanza religiosa en la escuela.

Frente a ese contexto de influencias diversas sobre el ámbito educativo, el gobierno del GOU representa una ruptura en tanto condujo a estas cuestiones al escenario de la política pública. Determinó desde las políticas educativas del Ministerio la inclusión de la enseñanza religiosa en todos los niveles de la educación. Uno de los representantes del nacionalismo católico que participó en este gobierno militar desde la cartera de educación fue Gustavo Martínez Zuviría, quien se desempeñó como ministro de octubre de 1943 a febrero de 1944. Dicho nombramiento ocasionó diversas respuestas de inconformidad (Lvovich 2003:532), aunque resultó ser la administración del ministerio más prolífica para los fines e intereses del nacionalismo.

Por su parte, el primer golpe de estado del siglo XX colombiano, encabezado por el general Gustavo Rojas Pinilla, es interpretado como producto de una alianza política entre las distintas vertientes del Partido Conservador. Éstas consideraron, al igual que sus pares liberales, que las fuerzas militares eran las únicas que podían mediar en la fuerte tensión bipartidista desatada por el magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán. Este gobierno intervino contra las primeras células guerrilleras en la provincia del Tolima e implementó amplias mejoras públicas en el país. Al completarse un año del golpe, la Asamblea Nacional Constituyente[3] de carácter corporativista reeligió a Rojas en su cargo: sin embargo, su gobierno fue interrumpido por un nuevo golpe de estado el 10 de mayo de 1957 colocó al mando a una Junta Militar que se encargó de terminar el periodo presidencial en 1958.

Al finalizar la década de 1940, en medio de un periodo de gobiernos conservadores, la vida política colombiana dio un giro hacia el tradicionalismo, que procuró retomar a la religión católica como el pilar principal de la ideología del Estado. Arias (2009:57) lo define como un proyecto de recristianización que se encontraba centrado en el plano moral y se sus­tentaba en el respeto al orden establecido antes que en la recomposición de las jerarquías sociales. A su vez este proyecto tenía un gran interés en remediar algunos de los cambios que generaron en los años treinta los gobiernos liberales y principalmente devolver a la institución eclesiástica un peso lugar en el ámbito educativo que se había visto afectado por la Reforma Religiosa de 1936 (Arias 2005).

En este periodo es posible identificar dos cuestiones más que se mantienen en el escenario político del gobierno de Rojas Pinilla. La primera de ellas es la participación en el ámbito público y al interior del Partido Conservador (Ayala 2010) de grupos afines al fascismo y al hispanismo (Figueroa 2007) que lograron instalar ciertos debates que alimentaron las tensiones en la sociedad colombiana y coadyuvaron en la segunda cuestión que se quiere señalar: el resurgimiento de la violencia bipartidista con la que el país entró en un largo periodo de guerra ci­vil. En este periodo las acciones de la Iglesia jugaron un papel determinante ya que contribuyó la exacerbación de los ánimos y a polarización de la sociedad (Arias 2009:61). Dicha conflictividad fue utilizada por los conservadores que se apoyaban en la posición anticlerical de los liberales para atacarles. Estos últimos no se declaraban ateos sino que promulgaban la separación entre el clero y el Estado (Figueroa 2005). Algunos de estos componentes pueden ser interpretados como el desarrollo de una tendencia autoritaria en y de la política.

Ante el anterior escenario quedó pactada de nuevo la alianza tradicional entre la Iglesia y los gobiernos conservadores que prometían abolir la Reforma Religio­sa y restablecer el “orden católico” (Arias 2009: 64). La educación, como parte fundamental del proyecto de recristianización, seguía parámetros tales como la idea de “civilización”, para alejarse de la “barbarie” (Pinilla 1999:76). Recristianizar la educación en ese periodo implicó, en primer lugar, la formación de sujetos que acatasen el orden político establecido, siguiesen la doctrina católica y respetaran la tradición (Pinilla 1999:84); en segundo lugar, conllevó moralizar las escuelas colombianas según los preceptos de la religión católica, aspecto principal sobre el que las reformas liberales habrían tratado de generar algunos cambios.

Vale la pena detenerse en algunas de las ideas que proponían dichas reformas de la educación pública a fin de dejar entrever la construcción y consolidación de la disputa por la educación. El gobierno del liberal López Pumarejo estableció la educación “laica” (Herrera 1993), es decir, libre de la influencia religiosa, en la que el Estado tendría una mayor intervención en la elaboración y control de programas de estudio. Sí bien resultaba ser un modelo muy distinto al impuesto por los conservadores y la iglesia en el Concordato de 1887, no buscaba prohibirle a la Iglesia el seguimiento de sus tareas educativas ni pretendía acabar con la educación confesional (Arias 2005:75). La reforma no contaba necesariamente con un enfoque anticlerical como se presentó por parte de sus detractores. Por ejemplo, Williford (2009:134) señala que los alumnos seguían recibiendo sus clases de religión de acuerdo con la ley. En realidad esta iniciativa ha sido interpretada como la posibilidad que querían ofrecer dichos gobiernos liberales de una educación mas allá de los preceptos de la Iglesia que representaba las tradiciones de obediencia, jerarquía y sumisión por una educación que formara ciudadanos que conocieran sus libertades, derechos y deberes como miembros de la nación (Williford 2009:142).

Evidentemente, los proyectos del liberalismo tendientes a establecer la escuela laica, obligatoria y gratuita, generaron oposición entre los sectores del conservadurismo y del clero y fueron interpretados como un atentado a los derechos de la Iglesia y al sistema educativo tradicional (Arias 2005: 74) ya que no se ajustaban al papel histórico de la Iglesia en la educación y a su derecho “natural”, tal como estaba estipulado en el Concordato (Williford 2009:133). Las críticas acérrimas por parte de algunos intelectuales y dirigentes argumentaban que dicha educación de términos laicistas y anticristianos tenía gran responsabilidad en la extensión de la violencia que vivía el país (Pinilla 1999:76).

Esta lectura no pretende enmarcarse en la tradición historiográfica bipartidista colombiana, si tiene como objetivo problematizar los aspectos ideológicos que rondaron las discusiones en torno a la educación, a fin de analizar cómo los actores por medio de diferentes expresiones disputaron sobre el campo educativo, es decir, cómo fue utilizada la educación como medio de expresión de las diferentes tensiones ideológicas.

Tanto el gobierno del GOU como el de Rojas Pinilla partieron de una base común como fue la presencia de una ideología nacionalista-católica, mediante la cual se configuraron y se expresaron ciertos enemigos compartidos como el comunismo. En los dos casos hay expresiones de represión a movilizaciones sociales y censura de los medios de comunicación. Como muestra de sus intereses por el desarrollo, en los dos gobiernos se fomentan el progreso técnico y militar a diferente escala según la tradición económica e industrial de cada lugar. De igual forma, estos regímenes se presentaron ante sus sociedades desde su auto-identificación como renovadores, ya que se veía como punto a favor su componente militar. Ante la evaluación negativa que había de los gobiernos anteriores al golpe, buscaron establecer ciertas rupturas con esos órdenes anteriores. Por ejemplo, en el caso argentino esta cuestión se expresó en el uso de la figura retórica de la “Revolución del 4 de Junio de 1943” (Potash 1984) que englobaba no sólo las lecturas de la realidad argentina por parte de este grupo de militares, sino también su auto-identificación como hombres que habían sido elegidos para romper con el desorden anterior. El carácter transformador, mas no revolucionario que se percibe en el caso colombiano puede ser interpretado desde dos aspectos: el primero es la identificación del gobernante como el pacificador del país y el segundo es la expresión de cierto culto al líder, Gustavo Rojas Pinilla, que llevó en algunos casos a procurar igualar su figura a la de un prócer (Saénz 2002).

Por su parte, Rojas Pinilla mantuvo una estrecha relación con el proyecto político del Partido Conservador y con su Doctrina Católica, lo que implicaba asumir al Estado como garante de la sociedad, apoyo a la institución eclesiástica, las enseñanzas católicas y el fortalecimiento del aparato militar. Este punto es la principal diferencia en los casos analizados. La activa presencia del catolicismo en Colombia se ha expresado en la promoción de una sociedad regida por la moral cristiana, lo cual ha sido uno de los principales recursos retóricos de los mandatarios colombianos a fin de llamar a la conciencia nacional (Arias 2003). Por el contrario, en el contexto argentino existía un claro interés de la jerarquía eclesiástica de que el catolicismo fuera se estableciera como base de la identidad nacional. Se conformó como el punto principal de la lucha de la institución eclesiástica contra el laicismo (Zanatta 1996) antes del periodo que interesa en este texto. De tal manera, que dicho conflicto sobre la legitimidad y aceptación del catolicismo se encuentra presente en el caso del gobierno militar, cuyas acciones resultaron cercanas a los grupos nacionalistas quienes las interpretaron como una oportunidad para imponer al catolicismo como ideología del Estado argentino. Pero a pesar de que muchas decisiones tomadas por la dictadura se encontraban cercanas al deseo de la Iglesia y del nacionalismo católico, respondían también a las influencias de la institución militar.

La política educativa: entre la recristianización y la modernización

 

Este apartado presenta un mapa de las principales políticas educativas de los gobiernos analizados e intenta poner en relación estas características con la categoría de derechización. El análisis de las políticas educativas de estos dos regímenes ha puesto en evidencia que la educación se configuró como parte importante de sus proyectos renovadores. Es ambos casos se propusieron diferentes cambios en el ámbito educativo, como producto de las modificaciones de sus contextos. La educación para el régimen del GOU tuvo como ejes principales la reestructuración y la recristianización, lo cual se acerca en algún punto a los intereses centrales del proyecto educativo en Colombia, que fueron la recristianización y la modernización (Pinilla 1999). La diferencia provocada por la noción de modernización en el caso colombiano es interpretada en relación con las tendencias ideológicas de la posguerra que postulaban la necesidad de la planificación para el desarrollo.

La tendencia del gobierno argentino hacia la reestructuración es planteada en dos aspectos: uno, su interés por generar cambios en la estructura administrativa de la educación nacional, otro en sus medidas en torno a la educación técnica. Por ejemplo, la resolución de reforma educativa del 25 de septiembre de 1943 destinada a “recuperar la nacionalidad” estableció las bases para una reestructuración de la enseñanza primaria, técnica, media y universitaria. Los principales temas fueron la inclusión de la educación religiosa, el desarrollo físico de los niños por medio de ejercicios y marchas militares, la instrucción cívica, la educación patriótica y la veneración de los símbolos y próceres de la nacionalidad argentina. Se intervino al Consejo Nacional de Educación y, con esto, de los colegios y las universidades dependientes del organismo. En este año también fue declarada ilegal a la Federación Universitaria Argentina y clausurados sus centros adheridos (Bernetti y Puigróss 1993:319). Fueron a su vez intervenidas todas las universidades nacionales del país por hombres que provenían principalmente de las fuerzas armadas y círculos católicos y nacionalistas. Estas medidas expresaron el interés por implementar mecanismos de control del Ministerio en todos los niveles educativos sobre las expresiones ideológicas de los docentes y la disciplina de los estudiantes.

Otro aspecto de especial interés para la legislación argentina del periodo fue el intento de mejorar la educación técnica para fortalecer el proceso de industrialización. La creación de la Dirección Especial de Enseñanza Técnica, dependiente del Ministerio de Educación, con el objetivo de administrar, dirigir e inspeccionar los establecimientos de enseñanza técnica de acuerdo con los planes de la industria y las necesidades de cada región. Asimismo, se enfocó en la creación de escuelas técnicas[4] y en la definición de planes de estudio para las escuelas de oficios en áreas como mecánica, electricidad, construcciones civiles, química y en las especialidades de técnicos en telecomunicaciones, técnicos en mecánica, trazadores de carpintería y cardería naval. Estos últimos ejes hablan de cierta especialización del saber técnico que poseía la educación argentina en ese momento, aspecto que resulta de gran interés para el análisis del proyecto educativo del GOU. Si bien la Dirección implementó diversas normas y decretos en torno a la educación técnica, no logró una amplia estructuración del sistema (Puiggrós 1992).

La cuestión más importante en el proyecto educativo del GOU fue la recristianización. La ideología del régimen llegó al punto de identificar al catolicismo con la nación: todo aquello que fuera en contravía era calificado como “desargentización” (Zanatta 1996:245). La imposición de la religión católica en el aula resultaría fundamental para restaurar el respeto a las jerarquías y la argentinidad que, según la Iglesia, estaban siendo atacadas por cuestiones como la inmigración, el socialismo, el liberalismo y la democracia multipartidaria (Pittelli y Somoza 1997). El debate entre la escuela laica y la católica representaba ante todo la ruptura entre la Iglesia y el régimen liberal (Zanatta 1996:307). Es así como se da inicio a una serie de medidas tomadas por el gobierno argentino para la implementación de la educación católica, iniciadas con el Decreto 18411 del 31 de diciembre de 1943. Esta medida implicó el desarrollo e implementación de todo un engranaje en torno a las cátedras, docentes y materiales para la enseñanza de la educación católica, para lo cual se creó la Dirección General de Instrucción Religiosa, dependiente del ministerio.

Por su parte, la idea de la recristianización de la educación en Colombia no sólo es identificable porque se exacerba la tendencia a la previa catolización del Estado y de la sociedad, sino también por otras dos cuestiones. La primera tiene que ver con que se le delega a la Iglesia católica la función del control ideológico de la población (Helg 2001:222). La segunda es que la recristianización de la educación serviría para luchar contra el comunismo y el protestantismo ya que al orientar moralmente a los niños, una vez adultos no iban a desviarse del camino de la fe. Aunque la legislación colombiana para el periodo no nombrar la educación católica como su principal objeto de interés, dicha relación se percibe en las relaciones entre el Estado y la Iglesia en el ámbito educativo, ya que estas se encontraban legitimadas previamente por la continua presencia que tuvo y ha tenido la Iglesia en los temas educativos colombianos (Arias 2009, Herrera 1993). También puede ser observada en las principales disposiciones educativas en que las autoridades eclesiásticas quedan incluidas, como la lucha contra el analfabetismo.

La tendencia hacia la modernización en el caso colombiano fue expresada en términos de un proyecto educativo transformador. Ello incluía la nacionalización de la educación primaria, la reforma de la educación secundaria, la planificación en educación y, como tema principal, la alfabetización del pueblo colombiano con nuevas tecnologías educativas. La propuesta en torno a la nacionalización[5] de la educación tenía como interés responsabilizar a los entes municipales en la ampliación de la cobertura en sus jurisdicciones con el apoyo del gobierno nacional. La reforma de la secundaria propuesta en 1955 buscó establecer algunos límites a la educación humanística (Helg 2001:222) e inició discusiones en torno a la clasificación de los saberes y la división por áreas de conocimiento que hizo el Consejo de Educación en 1956. La planificación para el desarrollo en Colombia deja entrever cierto intervencionismo en los temas de la educación, como la creación del Plan Quinquenal en Educación de 1957 o la creación de la Oficina de Planeamiento del Ministerio de Educación en 1956. Este plan de educación incluía las recomendaciones de las misiones de organismos internacionales (Currie, Lebret, Charlloux) realizadas en Colombia en las décadas de 1940 y 1950 (Lebot 1979:55). Las evaluaciones realizadas por estas misiones, señalaban como uno de los problemas principales la cuestión de la alfabetización, tema que obtuvo especial interés por parte del gobierno de Rojas Pinilla. Por ello se avanzó principalmente en la implementación de campañas alfabetizadoras con especial interés en el medio rural, incorporando las nuevas tecnologías de los medios de comunicación. Esta idea dio nacimiento a la Sección Radiofónica y de Televisión del Ministerio de Educación Nacional (decretos 610 de 1955) y del Consejo Nacional de Televisión (decreto 2384 de 1955). Se fortaleció el uso de las Escuelas Radiofónicas de Sutatenza bajo la idea de alfabetizar a campesinos y obreros. Además, fue de principal interés fortalecer la formación de los docentes con la apertura de cursos radiales tanto en el ámbito rural como el urbano. En esta tendencia planificadora se gestó la idea de crear un organismo educativo que brindara instrucción técnica y formación profesional a los trabajadores, jóvenes y adultos de la industria, el comercio, la agricultura, la minería y la ganadería, y que organizara la enseñanza teórica y práctica de diferentes oficios. Bajo estos intereses se creó el Servicio Nacional de Aprendizaje, encargado de la educación en artes y oficios a un nivel técnico y profesional, proyecto que fue legislado tan solo unos días después del desplazamiento de Rojas Pinilla.

Tanto el proyecto argentino como el colombiano tenían por objeto la ampliación de la cobertura, sólo que asumieron dos áreas de intervención diferentes que corresponden a los principales objetivos de cada régimen. El gobierno argentino mantuvo su interés en la Educación Técnica, con lo que buscó mejorar el nivel de capacitación y fortalecer el proceso de industrialización, mientras que para el gobierno colombiano la principal preocupación fue la lucha contra el analfabetismo. Las dos iniciativas anteriores fueron presentadas por estos gobiernos como políticas fundamentales para sus sociedades así como los mejores mecanismos de fortalecer el nacionalismo.

Derechización: una propuesta interpretativa

La categoría derechización es planteada a partir de Ghio (2007:67), quien propone que desde los años treinta en Argentina se dio una tendencia a la derechización de la cultura política por la creciente influencia de la Iglesia en el Estado y la ampliación de posiciones anti-liberales y corporativistas. Qué pasó con estos actores, Iglesia y nacionalistas, al referirse a la educación? Se propone que la tendencia a la derechización de la política educativa en Argentina y Colombia se refiere a un proceso dinámico con propuestas y respuestas compuesto, en primer lugar, de una tendencia al totalitarismo expresado en un interés por el control de la educación (contenidos, ideas, normalización de los cuerpos, persecución a los docentes, etc.). En segundo lugar, la clasificación de los saberes entre una educación técnica y el mundo de las ideas, en algunos casos condenado como subversivo (Tedesco 1993). Por ello debían establecerse cátedras patrióticas que alejaran a los estudiantes de las ideologías “peligrosas” como el comunismo, restaurando a la vez las ideas de “Dios y Patria”, sinónimo de “Iglesia y Ejército” (Zanatta 1996:321). En tercer lugar, la educación es abordada como un campo a recristizanizar por medio de la implementación y fortalecimiento del catolicismo.

La primera de las dimensiones que componen la idea de derechización de la política educativa es la del control de la educación ejercido por estos gobiernos, que tuvo proporciones distintas en cada caso. En Argentina se implementó un plan de control detallado que incluía todas las esferas del ámbito educativo con medidas como las intervenciones, mientras que en Colombia el control por medio de la inspección de los maestros, textos, campañas alfabetizadoras y los planes de educativos fue ejercido de manera directa por la Iglesia (Helg 2001; Pinilla 1999:83).

En aspectos como la represión a las movilizaciones estudiantiles y el control ideológico los dos casos comparten aspectos. Por ejemplo, para el control de los docentes y funcionarios se hizo uso de las instituciones escolares y educativas. En Colombia se solicitó a los funcionarios del ministerio y a los docentes enviar sus expedientes para evaluación al recién creado Servicio de Inteligencia Colombiano. Mientras tanto, el objetivo del gobierno argentino se basó en imponer cierta disciplina militar entre el personal dependiente del ministerio y pasar a “Estado de comisión” a todos los docentes y administrativos para depurar a las aulas de comunismo y corrupción.

El control de las ideas en el ámbito educativo fue un motivo de interés compartido. Así el GOU inició una serie de actividades en torno al control ideológico de los docentes, exigiéndoles adhesión al nuevo régimen. De igual forma, se criticó a la escuela activa por comunista y algunos grupos de estudiantes fueron expulsados por falta a los símbolos patrios (Puiggrós 1992). En el contexto colombiano también hubo un interés en el control de los contenidos de enseñanza delegado a la institución eclesiástica (Helg 2001) y en disposiciones internas del ministerio para su reorganización.

En interés de la dictadura argentina por reestructurar la educación se expresó en cierta preocupación por normalizar los cuerpos de los estudiantes por medio del disciplinamiento (incluyendo ejercicios castrenses). Este aspecto en una perspectiva comparativa obtuvo menor importancia relativa para el caso colombiano, donde no fue impuesto como en Argentina todo un régimen de sanciones disciplinarias destinadas a restaurar el orden formal y jerárquico (Tedesco 1993:247).

La segunda dimensión propuesta sobre la clasificación de los saberes ofrece ciertos límites sobre los que vale la pena detenerse. Se parte de la idea de la clasificación como un mecanismo de jerarquización y división del ámbito educativo según las áreas de conocimiento. Se ofrecía una clara distinción entre el mundo técnico y el mundo de las ideas. Tal división procura mantener los mecanismos del control sobre el mundo de las ideas y sus posibles abstracciones, considerado posible campo fértil de cuestionamientos a los gobiernos. Esa distinción posicionaba al saber técnico como dependiente de la moral cristiana para obtener realce (Tedesco 1993: 230). La clasificación de los saberes de estos dos gobiernos es posible de advertir también con la creación de la cátedra de Religión y Moral, como producto de la implementación de la educación católica en todos los niveles educativos en el caso argentino y la continuidad en Colombia de la propuesta del gobierno anterior de la Cátedra bolivariana[6]. Esta cátedra tenía como objetivo el que las juventudes conocieran las concepciones del libertador y se inspiraran en su patriotismo. De esta forma, el gobierno proponía por medio del culto a los héroes y a los símbolos patrios la unión nacional como una posible solución a la crisis política de Colombia (Pinilla 1999:84).

El análisis del contenido de estas dos cátedras permite establecer la relación con la tercera dimensión de la categoría propuesta, es decir, la recristianización y moralización de la política educativa, nociones van de la mano del proyecto de renacionalizar a la sociedad. Entre ambos países no hubo mucha distinción, ya que el proceso de recristianización emprendido por la iglesia católica (Ghio 2007) implicó la moralización de las sociedades en la doctrina católica (Arias 2003:185). La diferencia consiste en que en Argentina la implementación de la educación católica requirió la creación de todo un engranaje educativo y político, mientras que en Colombia para ello se dio continuidad al fortalecimiento del catolicismo en la educación. La principal cuestión a señalar en torno a la participación de la Iglesia como institución y del catolicismo como marco ideológico en estos dos casos es que significó un apoyo importante para que ambos proyectos políticos ampliaran su base de legitimidad. La incorporación (para el caso argentino) y el fortalecimiento (en Colombia) de la religión en la educación obedecieron a una preocupación por el orden, expresada en un marco de nacionalismo católico.

Como se ve, el ejercicio a partir de la categoría derechización, permitió describir algunos de los procesos que incluyeron las políticas educativas de los dos gobiernos militares. Sin embargo a raíz de sus particularidades, surgen ciertas tensiones con las dimensiones elegidas para su descripción. Tal es el caso de la experiencia colombiana y la limitada puesta en marcha de la clasificación de los saberes, que transcurrió más por espacios no oficiales, como la prensa. Por último, el ejercicio comparado y la reconstrucción de los contextos, permite señalar que en ambos casos existió una clara intención de controlar las ideas que en cada caso tuvo una expresión particular, más o menos cercana a la institución eclesiástica y sus valores.

 

Aperturas…

 

Es posible sostener la hipótesis inicial de la educación como un campo en tensión y disputa. El análisis de la aparición y reforzamiento de la presencia católica en la sociedad a través de grupos de jóvenes, intelectuales e iniciativas sociales pone de manifiesto la tensión entre la modernización, las ideologías liberales y el tradicionalismo expresado por la Iglesia. La disputa por la educación se percibe en las discusiones previas sostenidas en Argentina y en Colombia por el control de la educación, sus contenidos, su carácter laico y la necesidad de fortalecer el nacionalismo en los niños.

Algunas prácticas y discursos dejan ver una política educativa dirigida a controlar y recristianizar. Ello habilita a interpretar esta tendencia como un intento de establecer un nuevo orden como proyecto político de estos dos gobiernos. Sin embargo, la clasificación de los saberes permite ver que la derechización no excluyó preocupaciones por el desarrollo técnico y tecnológico de la educación.

Se considera que la categoría de derechización, a pesar de su complejidad, puede resultar de utilidad en un ejercicio de comparación siempre y cuando no se fuercen las particularidades de los casos. Sin embargo, queda como inquietud la factibilidad de este tipo de estudios por medio de las políticas públicas. Al respecto cabe preguntar: ¿qué elementos ponen al descubierto las políticas públicas, más allá de ser la expresión del marco ideológico estatal desde el cual son enunciadas? Es por ello que se considera necesario ampliar las fuentes de información e incluir, por ejemplo, algunas publicaciones de círculos nacionalistas y católicos así como pedagógicas, con el objeto de reconstruir el campo de la educación de una manera más amplia. Ello permitiría ver, por ejemplo, lo problemática que resultó la implementación de la educación católica en Argentina o la configuración del enemigo protestante que se argumentó en el caso colombiano. A su vez, eso permite observar que la dictadura de Rojas Pinilla, en materia de política educativa, no ofreció una ruptura ideológica con el orden político previo, mientras que, en comparación, en el caso argentino es posible identificar un proyecto educativo de derecha que rompe con el modelo hegemónico de educación laica.

Nuestra propuesta de interpretación habla de una tendencia a la derechización de la política educativa, de lo cual no se desprende una tendencia a derechizar la sociedad en su conjunto. Suponer ello significaría desconocer los conflictos, luchas y resistencias entre los actores y, por otra parte obviaría la diversidad de grupos sociales que componían el campo educativo. Sugerir que los dos regímenes aquí presentados desarrollaron una tendencia a la derechización de la política educativa apunta a problematizar la relación entre Estado y educación en un contexto en que irrumpen en éstas la Iglesia y las Fuerzas Armadas. En segundo lugar, tampoco se considera que la derechización de la política educativa se configuró en respuesta a los regímenes educativos, más pluralistas. Por el contrario, lo que se pretende identificar son las tensiones que suscitaron los proyectos educativos de estos gobiernos en su interior y hacia la sociedad, con la incorporación o no de acciones de sesgo autoritario y católico.

Esta categoría además supone las dificultades que se encuentran en la definición de las derechas, en las que se pudo hacer referencia en este taller. Quizás uno de los puntos sobre los que se generó cierto consenso para definir a la derecha como objeto de estudio se encuentra en el peso del contexto y en la dimensión relacional. Desde esta mirada es que esta reflexión pretende generar discusiones sobre ese objeto de análisis, que se enmarca en el interés por problematizar los proyectos educativos en América Latina, observando su cercanía o distancia con las derechas. En los dos casos aquí analizados los proyectos comparten rasgos tradicionalmente vinculados a las derechas como la promoción de un Estado poderoso, autoritario y nacionalista, el fortalecimiento institucional de la Iglesia y el posicionamiento de las fuerzas militares en el ámbito público.

 

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Álvarez Satizabal, Gineth, “La política educativa de los gobiernos militares de Argentina (1943-1946) y Colombia (1953-1957) ¿Una vía para la derechización?”, en Bohoslavsky, Ernesto y Echeverría, Olga (comps.) Las derechas en el Cono sur, siglo XX. Actas del tercer taller de discusión. Los Polvorines, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2013. E-book

 

 

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[1] Agradezco a los participantes de Taller de discusión: “Las derechas en el Cono Sur, siglo XX” por sus comentarios, preguntas y sugerencias.

[2] La noción de campo ha sido tomada de Bourdieu (1999) en donde se reconoce que dichos campos son autónomos y se autodefinen en su estructura por medio de tensiones y pactos internos.

[3] El Congreso se encontraba clausurado desde 1949 a raíz del clima social de violencia bipartidista en que se encontraba el país.

[4] Por medio del decreto #16477 del 17 de diciembre de 1943 se creó la Escuela Industrial en la ciudad de Avellaneda, denominada Escuela Técnica de Oficios -Industria del Cuero-, y que se destinará a la formación de obreros especializados en la industria respectiva. El decreto #34679 del 23 de diciembre de 1944 creó la Escuela Industrial de la Nación en la ciudad de Rosario.

[5] Por medio del Decreto #2838 de 1954 se impartieron medidas para incrementar el presupuesto de la educación primaria en las provincias y lograr con esto su nacionalización.

[6] Establecida en el marco del gobierno de Laureano Gomez, por medio de la resolución #4 de 1953. Ver: Ministerio de Educación de Colombia (1953).

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